martes, 31 de diciembre de 2013


MORADAS PRIMERAS. Capítulo 1

Santa Teresa entra de lleno en escribir Las Primeras Moradas.¿ Y de qué va a tratar?Si en el libro hay dos protagonistas,Jesucristo y el alma, empieza presentándonos uno de ellos , el alma humana.

“En que trata de la hermosura y  dignidad de nuestras almas: pone una comparación para entenderse y dice la ganancia que es entenderla y saber las mercedes que recibimos de Dios y ccómo la puerta de este castillo es la oración”

1 Estando hoy suplicando a nuestro habla0se por mí. Porque yo no atinaba a cosa que decir ni cómo comenzar a cumplir esta obediencia, se me ofreció lo que ahora diré para comenzar con algún fundamento, que es considerar nuestra alma como un castillo todo de un diamante o muy claro cristal,a donde hay muchos aposentos así como en el cielo hay muchas moradas; que si bien lo consideramos, hermanas no es otra vcosa el alma del justo sino paraíso dondde dice El tiene sus deleites. Pues que tal  os parece será el aposento, donde un rey tan poderoso. Tan sabio, tan limpio, tan lleno de todos los bienes se deleita? No haallo yo cos con qué comparar la hermosura de un alma y la gran capacidad…pues Dios mismo dice que noas crió a su imagen y semejanza”

Pues si esto es, como lo es, no hay para qué nos cansar en querer comprender la hermosura de este castillo; porque puesto que hay la diferencia de él a Dios que del Criador a la criatura, pues es criatura, basta decir Su Majestad que es hecha a su imagen para que apenas podamos entender la gran dignidad y hermosura del ánima.
2. No es pequeña lástima y confusión que, por nuestra culpa, no entendamos a nosotros mismos ni sepamos quién somos. ¿No sería gran ignorancia, hijas mías, que preguntasen a uno quién es, y no se conociese ni supiese quién fue su padre ni su madre ni de qué tierra? Pues si esto sería gran bestialidad, sin comparación es mayor la que hay en nosotras cuando no procuramos saber qué cosa somos, sino que nos detenemos en estos cuerpos, y así a bulto, porque lo hemos oído y porque nos lo dice la fe, sabemos que tenemos almas. Mas qué bienes puede haber en esta alma o quién está dentro en esta alma o el gran valor de ella, pocas veces lo consideramos; y así se tiene en tan poco procurar con todo cuidado conservar su hermosura: todo se nos va en la grosería del engaste o

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