sábado, 7 de diciembre de 2013


 

 

LAS MORADAS o CASTILLO INTERIOR(6)

  La censura y otros avatares del autógrafo de  Las Moradas.

Falta al manuscrito el espaldarazo de los teólogos. Indispensable para poder presentarse en sociedad y pasar a mano de las lectoras. Se prestan a ejecutar la operación dos amigos de la Santa: el carmelita Gracián, y Diego de Yanguas dominico. Improvisan un tribunal casero en el carmelo de Segovia. Gracián está interesado en prevenir percances y acusaciones al libro. Yanguas es profesor de teología en la ciudad,. Entre los dos se reparten los papeles de juez, fiscal y defensor. Cuenta Gracián:

"Después leímos este libro en su presencia el padre fray Diego de Yanguas y yo, arguyéndole yo muchas cosas de él, diciendo ser malsonantes, y el padre fray Diego respondiéndome a ellas, y ella diciendo que las quitásemos; y así quitamos algunas, no porque fuese mala doctrina sino alta y dificultosa de entender para muchos; porque con el celo que yo la quería, procuraba que no hubiese cosa en sus escritos en que nadie tropezase".

Es cierto que Gracián tachó y enmendó siempre con suma delicadeza, dejando legible el original de la Santa.Los primeros tratadistas del libro no hicieron caso de las correcciones . Afortunadamente,  fray Luis de León  tampoco dio paso en la edición príncipe a las enmiendas de Gracián.

El padre Gracián expresa en pocas palabras el método  seguido por la autora, contar su experiencia en la vida espiritual, no escribir un tratado doctrinal: “Las almas que siguen oración y espíritu más fácilmente se aprovechan de libros espirituales escritos de lo que se sabe por experiencia, que no de lo que han leído y estudiado en doctores... Porque como estas cosas del espíritu sean prácticas y que se ponen por obra, mejor las declara quien tiene experiencia que no quien tiene solo ciencia, aunque hable en propios términos" .

Es cierto: la Santa  confiesa en el prólogo que se propone escribir de cosas prácticas, declarar "algunas dudas de oración", ir hablando con "estas monjas de estos monasterios" carmelitas, "que mejor se entienden el lenguaje una mujeres que otras" y "el amor que me tienen" hará más fácil la mutua inteligencia.

 La Autora despacha en los cinco capítulos iniciales todo el tema ascético, en las Moradas I,II y III, y dedica el resto de la obra 22 capítulos a las otras cuatro Moradas: entrada en la tierra santa de la vida mística (moradas IV), unión y santificación inicial (V), el crisol del amor (VI), consumación en la experiencia de los misterios cristológicos y trinitario (VII).

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