jueves, 3 de octubre de 2013


 
La fundación de Villanueva de la Jara (4).

 Lo novedoso de esta fudación es el grupo de nueve mujeres que llevaban varios meses agrupadas, haciendo oración y penitencia, a la espera de que M.Teresa constituyera allí mismo y con ellas un Convento de Carmelitas Descalzas. Como así fue. Ya vimos como Madre Teresa tenía sus dudas sobre cómo podrían ensamblarse y unirse éstas con las siete carmelitas que acompañaban a la Fundadora. A la hora de la verdad, todo fue fácil, según lo describe la cronista:

“ Verdad es que estas hermanas que estaban aquí los han pasado casi seis años; al menos más de cinco y medio que ha que entraron en esta casa de la gloriosa Santa Ana, dejada la mucha pobreza y trabajo que tenían en ganar de comer, porque nunca quisieron pedir limosna (la causa era porque no les pareciese estaban allí para que las diesen de comer), y la gran penitencia que hacían, así en ayunar mucho y comer poco, malas camas y muy poquita casa, que para tanto encerramiento como siempre tuvieron era harto trabajo.”

“ El mayor que me dijeron habían tenido era el grandísimo deseo de verse con el hábito, que éste noche y día las atormentaba grandísimamente, pareciéndoles nunca lo habían de ver, y así toda su oración era porque Dios las hiciese esta merced, con lágrimas muy ordinarias. Y en viendo que había algún desvío, se afligían en extremo y crecía la penitencia. De lo que ganaban, dejaban de comer para pagar los mensajeros que iban a mí, y mostrar la gracia que ellas podían con su pobreza a los que las podían ayudar en algo. Bien entiendo yo, después que las traté y vi su santidad, que sus oraciones y lágrimas habían negociado para que la Orden las admitiese. Y así he tenido por muy mayor tesoro que estén en ella tales almas, que si tuvieran mucha renta, y espero irá la casa muy adelante.

" Pues como entramos en la casa, estaban todas a la puerta de adentro cada una de su librea; porque como entraron se estaban, que nunca habían querido tomar traje de beatas, esperando esto, aunque el que tenían era harto honesto; que bien parecía en él tener poco cuidado de sí, según estaban mal aliñadas, y casi todas tan flacas, que se mostraba haber tenido vida de harta penitencia".

 Recibiéronnos con hartas lágrimas del gran contento, y hase parecido no ser fingidas y su mucha virtud en la alegría que tienen y la humildad y obediencia a la Priora; y a todas las que vinieron a fundar no saben placeres que les hacer. Todo su miedo era si se habían de tornar a ir, viendo su pobreza y poca casa. Ninguna había mandado, sino, con gran hermandad, cada una trabajaba lo más que podía. Dos, que eran de más edad, negociaban cuando era menester; las otras jamás hablaban con ninguna, persona, ni querían. Nunca tuvieron llave a la puerta, sino una aldaba; ni ninguna osaba llegar a ella, sino la más vieja respondía. Dormían muy poco, por ganar de comer y por no perder la oración, que tenían hartas horas; los días de fiesta, todo el día. Por los libros de fray Luis de Granada y de fray Pedro de Alcántara se gobernaban.

     El más tiempo rezaban el Oficio Divino, con un poco que sabían leer, que sola una lee bien, y no con breviarios . Tenían su horno en que cocían el pan, y todo con un concierto como si tuvieran quien las mandara.

 A mí me hizo alabar a nuestro Señor, y mientras más las trataba más contento me daba haber venido. Paréceme que por muchos trabajos que hubiera de pasar, no quisiera haber dejado de consolar estas almas. Y las que quedan de mis compañeras me decían que luego a los primeros días les hizo alguna contradicción, mas que como las fueron conociendo y entendiendo su virtud, estaban alegrísimas de quedar con ellas y las tenían mucho amor.

 

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