sábado, 10 de noviembre de 2012





                     ESTO ES CONTEMPLACIÓN PERFECTA

Santa Teresa llegó al último grado de oración, como trato de amistad con Dios, que ella llama “contemplación perfecta”. El estado de contemplación perfecta es el resultante de haber hecho el don de sí al Padre, de habérselo hecho desde la raíz de la voluntad, y de haberlo hecho en Cristo, en comunión con sus sentimientos. La  contemplación perfecta es  la gracia que sobreviene al hecho de haberse dado del todo a El.

Al darse el alma del todo a Cristo, éste le corresponde dándose a Sí del todo. Este es el axioma teresiano: Que Cristo se da del todo a quien del todo le ha hecho el don de su voluntad y de sí mismo. Es decir, a quien de veras le ha dicho a Dios, con Cristo Jesús: “hágase tu voluntad “.  La escuchamos:

Padre mío, pues vuestro Hijo dio en nombre de todos esta mi voluntad, no es razón falte por mi parte; sino que me hagáis vos merced de darme vuestro reino para que yo lo pueda hacer, pues Él me le pidió, y disponed en mí como en cosa vuestra conforme a vuestra voluntad.

¡Oh hermanas mías, qué fuerza tiene este don! No puede menos, si va con la determinación que ha de ir, de traer al Todopoderoso a ser uno con nuestra bajeza y transformarnos en sí y hacer una unión del Criador con la criatura. Mirad si quedaréis bien pagadas y si teneis buen Maestro, que, como sabe por dónde ha de ganar la voluntad de su Padre, nos enseña a cómo y con qué le hemos de servir.

Dios nunca se cansa de dar. Porque, no contento con tener hecha esta alma una cosa consigo por haberla ya unido a sí mismo, comienza a regalarse con ella, a descubrirle secretos, a holgarse de que entienda lo que ha ganado y que conozca algo de lo que la tiene por dar (CP. 32,10-12).

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