lunes, 29 de octubre de 2012

     

DOMINGO 31 DEL TIEMPO ORDINARIO. 4 NOV.

LO IMPORTANTE ES EL AMOR

            Un escriba se acerca a Jesús. No viene a tenderle una trampa. Tampoco a discutir con él. Su vida está fundamentada en leyes y normas que le indican cómo comportarse en cada momento. Sin embargo, en su corazón se ha despertado una pregunta: "¿Qué mandamiento es el primero de todos?" ¿Qué es lo más importante para acertar en la vida?
         Jesús entiende muy bien lo que siente aquel hombre. En la religión judaica se habían ido acumulando normas y preceptos, costumbres y ritos, por lo que a los escribas les era fácil vivir dispersos, sin saber exactamente qué es lo fundamental para orientar la vida de manera sana.
         Jesús no le cita los mandamientos de Moisés. Sencillamente, le recuerda la oración que esa misma mañana han pronunciado los dos al salir el sol, siguiendo la costumbre judía: "Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón".
         Lo primero es“Escuchar”. Escucha al Señor nuestro Dios. Jesús le coloca ante un Dios cuya voz hemos de escuchar en el interior del  alma. Eso es lo importante. Lo decisivo es detenernos a escuchar a ese Dios que nos habla sin pronunciar palabras humanas.
         Cuando escuchamos al verdadero Dios, se despierta en nosotros una atracción hacia el amor. Dios nos ama, y nos atrae a qaue le correspondamos con amor. Es lo que brota en nosotros al abrirnos al Misterio último de la vida: "Amarás". En esta experiencia, no hay intermediarios. Dios nos habla al corazón. No necesitamos que nadie nos lo diga desde fuera. Sabemos que lo importante es amar.
         Este amor a Dios no es un sentimiento ni una emoción. Amar al que es la fuente y el origen de la vida es vivir amando la vida, la creación, las cosas y, sobre todo, a las personas. Jesús habla de amar "con todo el corazón, con toda el alma, con todo el ser". Sin mediocridad ni cálculos interesados. De manera generosa y confiada.
         Jesús añade, todavía, algo que el escriba no ha preguntado. Este amor a Dios es inseparable del amor al prójimo. Sólo se puede amar a Dios amando al hermano. De lo contrario, el amor a Dios es mentira. ¿Cómo vamos a amar al Padre sin amar a sus hijos e hijas?

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