lunes, 3 de septiembre de 2012






REPRESENTAD AL MISMO SEÑOR JUNTO CON VOS

En el capítulo 26 de Camino santa Teresa de Jesús nos enseña cómo podemos recoger el pensamiento para interiorizar la oración.

La Santa nos dice que lo principal para recoger el pensamiento en la oración es centrar la mirada en Cristo. Lo mejor para recogerse es acoger a Cristo, y prestar atención a su presencia, a su compañía. Porque la oración cristiana es cosa de dos, trato de amistad de dos amigos. Es un acto absolutamente relacional y dialogal, delicado engranaje de escucha y palabra.

Por eso, la pieza fundamental es que el orante no se encuentre sólo consigo mismo para zambullirse en sus propios pensamientos, sino que “tenga compañía”. Y aquí la Santa no se refiere a la compañía del grupo de orantes, sino a la compañía de Cristo. En la oración lo primero es actualizar la fe en su presencia. Esa presencia real y envolvente que arropa y traspasa mi vida, pero que  necesita de mi parte una neta toma de conciencia que pase mi fe teologal al tejido psicológico de mi vida, pensamientos, sentimientos. Que sea, además, presencia amiga: “No estéis sin tan buen amigo al lado”. La escuchamos:

Ahora tornemos a nuestra oración vocal para que se rece de manera que sin entendernos, nos lo dé Dios todo junto, rezar como es razón- Procurad luego, hija, pues estáis sola, tener compañía. Pues, ¿qué mejor que la del mismo Maestro que enseñó la oración que vais a rezar?

Representad al mismo Señor junto con vos, y mirad con qué amor y humildad os está enseñando, y creedme, mientras pudiéreis, no estéis sin tan buen amigo. Si os acostumbráis a tenerle cabe vos, y Él ve que lo haceis con amor, y que andais procurando contentarle, no le podréis, como dicen, echar de vos. No os faltará para siembre. Os ha de ayudar en todos vuestros trabajos. Tenerle heis en todas partes. ¿Pensáis que es poco un tal amigo al lado?

No os pido ahora que penséis en él, ni que  saquéis muchos conceptos, ni que hagáis grandes y delicadas consideraciones con vuestro entendimiento; no os pido más de que le miréis. Pues, ¿quién os quita volver los ojos del alma a este Señor? Pues podéis mirar cosas mmuy apropiadas.. Se vale de la hermosa imagen de la mujer casada y enamoradauy feas, ¿ y no podréis mirar la cosa más hermosa que se puede imaginar? Pues nunca, hijas, quita vuestro Esposo los ojos de vosotras. Mirad  que no está aguardando otra cosa, como dice la esposa, sino que le miremos. Tiene en tanto que le volvamos a mirar, que no quedará por diligencia suya (CP 26, 1-3).

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