jueves, 26 de julio de 2012





DOMINGO XVII B- 29 de julio 2012

El evangelio de este domingo se le conoce como el de la multiplicación de los panes y de los peces.- Había acudido mucha gente para oir a Jesucristo. Llegó la tarde y aquella gente estaba sin comer. Jesús se compadeció de ellos y realizó a su favor un milagro enorme, dar de comer a más de cinco mil personas con sólo cinco panes y dos peces, que tenía una familia.- Mandó que se sentara la gente ordenadamente. Cogió los panes, levantó los ojos al cielo, invocó la bendición de Dios y empezaron a distribuir el  pan y el pescado. Hubo para todos, y sobró.
   Varias enseñanzas podemos aprender de esta narración. La primera, a buscar a Jesucristo con sencillez, como le buscaba aquella gente.Aquella gente sencilla  busca a Jesucristo incansablemente. Lo busca con toda humildad en descampado, en la soledad, es decir, con el corazón despojado de tantas concupiscencias como nos aprisionan a veces.-
  En esta multiplicación del pan, la Iglesia ha encontrado también un símbolo de la Eucaristía. Allí se multiplican los panes; en la eucaristía se convierte la sustancia del pan en la presencia de Jesucristo, que siendo uno, llega a todos los que lo reciben, en todas las iglesias del mundo, donde se celebra la Misa. Y también en este milagro se ven anunciados la razón y los efectos de la Eucaristía. Aquel milagro fué fruto del amor de Jesucristo a los hombres... Y la eucaristía es sobre todo el sacramento del amor, porque en ella se nos da Jesucristo como alimento de nuestras almas. Al recibir la eucaristía nuestro alma se enardece y se entrega sin reserva a Jesucristo.
 Después de ver aquel milagro, la gente se entusiasmó de gratitud y exaltación a Jesucristo hasta querer proclamarlo rey.
  Sepamos, queridos hermanos, también encontrar en la eucaristía el secreto de la unidad entre todos los miembros de la Iglesia, y de nuestro amor a Dios y a los demás como hermanos, al celebrarla unidos alrededor de la misma mesa. No estamos solos en nuestro peregrinar por la vida. Con nosotros camina Cristo, pan de vida. Jesucristo es alimento espiritual que nutre la esperanza de los creyentes, que nos sostiene en este itinerario terrenal y refuerza nuestra confianza en la ayuda de Dios, que tiene misericordia de nosotros, cuando nos ve necesitados de su ayuda.- En la misa se cumplen las palabras pronunciadas por Jesús, cerca de Cafarnaún, después de la multiplicación de los panes: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que come de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida”. Necesitamos que esté en el centro de nuestra vida y en el centro de nuestras familias por el amor. Necesitamos de este sacramento para que nuestro amor a Dios y a los demás tome verdadera fuerza y vigor, y no nos desalentemos nunca haciendo el bien a los demás. La eucaristía nos impulsa a practicar la caridad con los m ás necesitados; a ofrecer nuestra solidaridad a los demás, a fin de que todos nos unamos como hermanos.
   La eucaristía,presencia de Cristo, nos da impulso en nuestro camino histórico, viéndonos en su compañía…Nos renueva y fortalece en nuestro interior,,, y nos da la capacidad de ver y comprender el mundo y al hombre desde dentro, desde el corazón, donde se realiza una relación íntima con el Señor, al que recibimos sacramentalmente.







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