martes, 15 de mayo de 2012




NO DISCULPARSE, AUNQUE SE VEAN CULPADAS SIN CULPA

En el capítulo 15 de su libro titulado Camino de Perfección Madre Teresa muestra un señorío tal que no se inmuta ni cuando hablan mal de ella sin tener culpa.

También aquí su modelo es Jesucristo, el hombre perfecto en todo. Cuando le acusan de intentar derrotar al Cesar, o de sublevar al pueblo, calla y guarda un silencio sacrosanto. Ese comportamiento y rostro de Jesús reafloran constantemente en este capítulo, tratando ella de imitarle y proponiendo a sus monjas y lectores que tengan esos mismos sentimiento.

Cuando se vean envueltas en tan azarosas y desagradables situaciones de ser culpadas sin culpa, piensen que siempre habrá alguien que salga en su defensa. Eso fue lo que le ocurrió al mismo Jesucristo, cuando llevado a la cruz como un malhechor a juicio de los  tribunales, el buen ladrón salió en defensa de la verdad, de que era un santo que iba derecho al cielo, y le pidió que lo llevara consigo. A Teresa  le viene, como a cualquiera, el impulso primero de defenderse ante inculpaciones falsas, pero rápidamente reacciona y  calla. Admite excepciones, cuando sería escandaloso no defenderse diciendo la verdad. La escuchamos:

Jamás me parece me falta una causa para parecerne mayor virtud dar disculpa. Como algunas veces es lícito y sería mal no lo hacer, no tengo discreción , o por mejor decir, humildad, para hacerlo cuando conviene. Porque verdaderamente, es de gran humildad verse condenar sin culpa y callar, y es gran imitación del Señor, que nos quitó todas las culpas.

Y así os ruego mucho traigáis en esto gran estudio, porque trae consigo grandes ganancias; y en procurar nosotras mismas librarnos de culpa, ninguna, ninguna veo, si no es, como digo, en algunos casos que podría causar enojo o escándalo no decir la verdad.

Creo va mucho en acostumbrarse a esta virtud o en procurar alcanzar del Señor verdadera hunildd, que de aquí debe venir; porque el verdadero humilde ha de desear con verdad ser tenido en poco y perseguido y condenado sin culpa, aún en cosas graves. Porque, si quiere imitar al Señor, ¿en qué mejor puede que en esto? Que aquí no son menester fuerzas corporales ni ayuda de nadie, sino de Dios (CP 15, 1-2).


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