martes, 8 de mayo de 2012




 

ESTA CASA ES UN CIELO, SI LE PUEDE HABER EN LA TERRA

Teresa y sus monjas del convento de san José de Ávila se perciben íntimamente como esposas del Rey del cielo e hijas de la Virgen María, Madre del Carmelo. La evocación del monte Carmelo, le lleva a pensar en la vida que hacían los primeros carmelitas, vida de ermitaños, para proponer su ejemplo a sus monjas para que también ellas vivan como ermitañas.

“Estilo ermitaño” que es, ante todo” estilo de ser y de vivir”:”Acordémonos de nuestros Padres santos pasados, ermitaños, cuya vida pretendemos imitar: ¡ qué pasarían de dolores, y qué a solas, y de frios y hambre, y sol y calor, sin tener a quién se quejar sino a Dios. ¿Pensais que eran de hierro?, Pues tan delicados eran como nosotras!”.

Madre Teresa explica que ser ermitaña es “desasirse de todo lo criado”, no el vivir aislada, sino la purificación de los afectos y sentimientos posesivos, que la Santa ha condensado en la palabra “desasimiento”: “desasirse de todo para darnos del todo al Todo”. Teresa construyó en la huerta de su convento unas pequeñas ermitas “para apartarse a orar”, pero es sólo el marco externo de la vida ermitaña. Lo que interesa es tener ermitaño el corazón. La escuchamos:

Parezcámonos hijas mias, en algo a la gran humildad de la Virgen sacratísima, cuyo hábito traemos, que es confusión nombrarnos monjas suyas, que por mucho que nos parezca que nos humillamos, quedamos bien cortas para ser hijas de tal Madre y esposas de tal Esposo.

Créanme en esto ( y si no, el tiempo les doy por testigo), porque el estilo que pretendemos llevar es no sólo de ser monjas, sino ermitañas, y así se desasen de todo lo criado, y a quien el Señor ha escogido para aquí particularmente, veo la hace esta merced. Aunque ahora no sea en toda perfección, vese que va ya a ella por el gran contentamiento que le da y alegría: ver que no ha de tornar a tratar con cosa de la vida y el sabor en todas las de la religión.Esta casa es un cielo, si le puede haber en la tierra, para quien se contenta sólo de contentar a Dios y no hace caso de contento suyo.


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