sábado, 21 de abril de 2012

SABED SUFRIR UN POQUITO SIN QUE LO SEPAN TODOS


SABED SUFRIR UN POQUITO SIN QUE LO SEPAN TODOS

La máxima evangélica de que no sepa tu mano derecha lo que hace la izquierda tiene un alto valor espiritual. Potencia la interiorización de los actos que deben hacerse en conciencia delante de Dios, y evitando la tentación de obrar para que nos vean, como quien busca la admiración del otro, el aprecio o la alabanza. Lo que es, en definitiva, una forma solapada de esclavitud.

Pero Madre Teresa va al fondo del problema y nos propone aguantarnos en no comunicar nuestras pequeñas dolencias por amor, por amor a Dios o por amor al otro con quien compartimos la vida. Y pone a sus monjas un ejemplo muy expresivo, que no puede entender cualquiera, el de una casada que se aguanta para que no sufra su marido. La escuchamos:

Acordaos también de muchas casadas (yo sé que las hay) y personas de suerte, que con graves males, por no dar enfado a sus maridos, no se osan quejar, y con graves trabajos. Pues ,¡pecadora de mí!. Sí, que no venimos aquí a ser más regaladas que ellas. ¡Oh, que estáis libres de grandes trabajos del mundo, sabed sufrir un poquito por amor de Dios sin que lo sepan todos! Pues es una mujer muy mal casada y, porque no lo sepa su marido, no lo dice ni se queja, pasa mucha malaventura y sin descansar con nadie, y ¿no pasaremos algo entre Dios y nosotras de los males que nos da por nuestros pecados? Cuanto más que es nonada lo que se aplaca el mal.

En todo esto que he dicho no trato de males recios, cuando hay calentura mucha ( aunque pido haya moderación y sufrimiento siempre) sino unos malecillos que se pueden pasar en pie.Porque, por una que haya de esta suerte, viene la cosa a términos que, por la mayor parte, no creen a ninguna, por graves males que tenga.

Acordémonos de nuestros padres santos pasados, ermitaños, cuya vida pretendemos imitar; ¡qué pasarían de dolores y qué a solas, y de fríos y hambre y sol y calor, sin tener a quién se quejar sino a Dios!¿ Pensáis que eran de hierro? Pues tan delicados eran como nosotras. Y creed, hijas, que en comenzando a vencer estos corpezuelos, no nos cansan tanto. Si no nos determinamos a tragar de una vez la muerte y la malta de salud, nunca haremos nada( CP 11,3-4).

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