martes, 27 de diciembre de 2011

NO HAY ARDER EL FUEGO DE AMOR








Teresa de Ávila encuentra en la imagen del fuego un símbolo del amor con que Dios hace arder los leños secos que ella pone en el fogón de su alma. Más aún, identifica a Dios con el fuego.




Experimenta que al principio de su vida mística, Dios ha encendido en ella una leve centellica de amor, y que progresivamente se alarga en llama y termina en hoguera devoradora, que transforma el hierro en ascua viva. Esos toque con que Dios la punza el corazón, los define como dardos de amor. Veía algumas veces como si un angel,que en la mano tenía un dardo de oro largo, y al fin del hierro le parecía tener un poco de fuego, y que le traspasase el corazón dejándola inflamada de amor grande de Dios. Ese dardo de amor, dice, "llega a lo más vivo de las entrañas y del corazón".



¡Ah, si Teresa pudiese encender ese fuego de amor! Pero no puede. Sólo Dios tiene en su mano hacer ese a quien se lo pide humildemente, sin merecerlo. La escuchamos:




"Mas aunque ella pone la leña y hace eso poco que puede de su parte, no hay arder el fuego de amor; de harta misericordia de Dios es que se ve el humo para entender que no está del todo muerto. Torna el Señor a encender, que entonces un alma, aunque se quiebre la cabeza en soplar y en concertar los leños, parece que todo lo ahoga más"-



"Creo es lo mejor rendirse del todo a que no puede nada por sí sola, y entender en otras cosas meritorias, porque por ventura la quita el Señor la oración, para que entienda en ellas y conozca por experiencia lo poco que puede por sí"-



"Es cierto que yo me he regalado hoy con el Señor y atrevido a quejarme de Su Majestad, y le he dicho: ¿cómo, Dios mio,que no basta que me teneis en esta miserable vida, y que por amor de Vos paso por ello, y quiero vivir adonde todo es embarazos para no gozaros, sino que he de comer, y dormir, y negociar, y tratar con todos, y todo lo paso por amor de Vos; pues bien sabeis, Señor mio, que me es tormento grandísimo y que tan poquitos ratos como me quedan para gozar de Vos, os me escondeis? ¿ Cómo se compadece esto en vuestra misericordia? ¿Cómo lo puede sufrir el amor que me teneis?"
Y Teresa nos hace asistir, aquí, a un ininteligible diálogo con su Dios y esposo adorado. Nos hace creer que Dios se ha olvidado de ella, y que ella no se ha olvidado de Dios. Y argumenta: Si Teresa no sería capaz de olvidarse de Dios, porque lo ama, y Dios no lo soportaría, es inexplicable que Dios se olvide de Teresa, si tanto la ama, sabiendo que Teresa no lo sufriría. Ella lo expresa mejor con la palabra "esconderse" :




"Creo yo, Señor,que si fuera posible poderme esconder yo de Vos,como Vos de mí, que pienso y creo del amor que me teneis, que no lo sufriríais; mas os estais Vos conmigo y veisme siempre. No se sufre esto, Señor mio, os suplico mireis que se hace agravio a quien tanto os ama" (V 37, 7-8).



Y, al fin, Teresa nos pide comprensión: ¡Algunas veces desatina tanto el amor,...que, en

todo mi seso, doy estas quejas y todo me lo sufre el Señor!


Descuida, Madre Teresa. Preferimos que presentes tus quejas al Señor , y nos conforta que nos digas que Dios te lo sufre todo.Creemos que también a nosotros. ¡Feliz fin de año! Con mis mejores deseos de paz y bien. Nicolás

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