viernes, 25 de noviembre de 2011

ESTUVE CON TAN GRAN CONTENTO, QUE ESTABA COMO FUERA DE MI




Teresa,al fin, había realizado el gran proyecto de su vida, fundar un convento nuevo, hecho a su gusto y a su medida. Todo distinto de lo que era un monasterio en pleno siglo XVI: no grande. sino pequeño, pobre, en el que las monjas se quisiesen como hermanas, se ganasen el pan con su trabajo, en completo silencio y clausura, dedicadas a la oración y la penitencia, implorando la misericordia de Dios para los sacerdotes y misioneros de la iglesia católica.



Su monasterio de la Encarnación, de monjas calzadas, es el pasado. Las cuatro novicias del convento de san José es el futuro. La madre Teresa y las hermanas Antonia, María de la Paz, Úrsula y María de Ávila hablaban de nuestro monasterio.¿Qué acabará siendo este nuestro convento de san José?.




Madre Teresa ardía de gozo y felicidad. Lo cuenta ella misma: "Pues fue para mí como estar en una gloria ver poner el Santísimo Sacramento y que se remediaron cuatro huérfanas pobres -porque no se tomaban con dote- y grandes siervas de Dios (que esto se pretendió al principio, que entrasen personas que con su ejemplo fuesen fundamento para en que pudiese el intento que llevábamos, de mucha perfección y oración, efectuar, y hecha una obra que tenía entendido era para servicio del Señor y honra del hábito de su gloriosa Madre, que éstas eran mis ansias".

"Y también me dió gran consuelo de haber hecho lo que tanto el Señor me había mandado, y otra iglesia más en este lugar de mi padre glorioso san José, que no la había. Siempre entiendo lo hacía el Señor, y lo que era de mi parte iba con tantas imperfecciones que antes veo había que culparme, que no que me agradecer); mas érame gran regalo ver que hubiese Su Majestad tomádome por instrumento, siendo tan ruín, para tan gran obra. Así que estuve con tan gran contento, que estaba como fuera de mí, con grande oración"(V 36,6).


Teresa siempre recurre a verse ruín y a pasar desapercibida. Todo lo hacía el Señor, el verdadero fundador. Ella, un simple instrumento en sus manos.



Sigue sentada en el santo suelo de su celda prioral, pensando en lo que estaba hecho.De repente, se le tuercen las ideas y le asalta un doloroso presentimiento: ¡ A ver si había sido mal hecho lo que había hecho!
Pero esto merece un capítulo aparte. Adios, amigos.Nicolás




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