domingo, 2 de octubre de 2011

QUE SERÍA UNA ESTRELLA QUE DIESE DE SÍ GRAN RESPLANDOR



La iniciativa de Teresa de abandonar este Monasterio de la Encarnación para fundar otro, y luego la sagrada Orden del Carmelo Descalzo, le costó muchos quebraderos de cabeza, muchas contradicciones, y muchos meses de dudas e incertidumbre´.


Todo comenzó en una conversación con otras monjas en su celda, una tarde del otoño de 1560. Lo narra con estas sencillas palabras: Se me ofreció una vez estando con una persona, decirme a mí a otras, que si no seríamos para ser monjas de la manera de las descalzas, que aun posible era poder hacer un monasterio.



Así de sencillo.Con anterioridad le había venido un deseo oculto, pero nunca como ahora lo había visto tan claro. ¿Por donde empezar? Se lo contó a su amiga seglar doña Guiomar de Ulloa, y le agradó la idea. Pero ¿ cómo renunciar,- se decía Teresa-, al grandísimo contento que tenía en la casa donde estaba, porque era muy a mi gusto y la celda en que estaba, hecha muy a mi provecho ?



¿ Y sería eso voluntad de Dios? ¿ Y cómo podría ella saberlo? Saber lo que Dios quería de ella era vital para no quedarse sin Dios. ¡ Lo haremos juntos!.Y la respuesta de Dios le vino, después de encomendarlo mucho en silencio y en la oración. Fue una respuesta en cascada, torrencial. Mientras Dios le hablaba en su interior, lo veía hecho, porque entendió que se lo mandaba, y que le prometía que saldría adelante, y que a una puerta le guardaría la Virgen y a la otra san José, que Cristo estaría con ella, acompañándola. Jubilosa, miró al cielo. ¡ Ha salido una estrella! ¡Nuestro convento será como una estrella!



Así lo refiere la Fundadora :" Habiendo un dia comulgado, mandome Su Majestad lo procurase con todas mis fuerzas, haciéndome grandes promesas de que no se dejaría de hacer el monasterio, y que se serviría mucho en él, y que se llamase San José, y que a la una puerta nos guardaría él y nuestra Señora a la otra, y que Cristo andaría con nosotras, y que sería una estrella que diese de sí gran resplandor, y que, aunque las religiones estaban relajadas, que no pensase se servía poco en ellas; que qué sería del mundo, si no fuese por los religiosos; que dijese a mi confesor esto que me mandaba y que le rogaba El que no fuese contra ello ni me lo estorbase".


"Era esta visión con tan grandes efectos y de tal manera esta habla que me hacía el Señor, que yo no podía dudar que era El" (V 32, 10-11).


Esto fueron los principios del famosísimo convento de San José, de Ávila. Hasta la próxima, en que santa Teresa nos dirá otras cosas que la sucedieron en su fundación. Con mis respetos y un saludo, Nicolás

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