Cuando uno transmite la verdad por el testimonio de una vida íntegra, fiel y santa, espera de sus amigos que viven en y por la verdad, que instintivamente reconozcan lo bueno que uno hace. Pero si te ocurre que te condenan, entonces es lo peor que te puede ocurrir, el mayor sufrimiento que puedes ofrecer a Dios.
Así interpretó san Pedro de Alcántara las reacciones de los amigos y confesores cuando Teresa de Jesús les contaba que tenía ciertas visiones sobrenaturales. No la creían. y, encima, la decían que esas eran cosas del demonio. Así lo cuenta la propia santa:
Húv0me grandísima lástima. Díjome que uno de los mayores trabajos de la tierra era el que había padecido, que es contradición de buenos, y que todavía me quedaba harto, porque siempre tenía necesidad y no había en esta ciudad quien me entendiese. Y que él hablaría a quien me confesaba y a uno de los que me daban más pena, que era este caballero casado que he dicho.
Porque como quien me tenía mayor voluntad, me hacía toda la guerra, y es alma generosa y santa, y como que me había visto antes tan ruín, no acababa de asegurarse (de que tuviese esas visiones sobrenaturales).
Dejóme tan grandísimo consuelo y contento, y con que tuviese la oración con seguridad, y que no dudase, de que era Dios, y de lo que tuviese alguna duda y por más seguridad, de todo diese parte al confesor y con esto viviese segura (V 30.6-7).
Amigos del BLOG, dediquemos algunos minutos a reconocer a las personas buenas que tenemos a nuestro lado, y mostrales nuestra estima y reconocimiento. Que Dios os lo premie. Con un c ordial saludo. Nicolás González
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