miércoles, 3 de agosto de 2011

CUANDO DIOS ARREBATA EL ALMA Y LA PONE EN ÉXTASIS








Teresa de Ávila experimenta su unión con Dios hasta verse arrebatada como por un viento huracanado y quedarse flotando en el aire.O mejor, experimenta una transformación tal que sus pensamientos, actitudes y comportamientos ya no son suyos sino los de Cristo, en virtud de la fuerza del Espíritu que la eleva a un estado nuevo.



En la vivencia de estos misterios divinos, que acontecen en lo interior del alma, pueden acontecer con tal intensidad que repercuten también en el cuerpo. Y esto, justamente, es lo que le ocurría a santa Teresa, según ella misma lo dice en el libro de su Vida:




Los dias que duraba esto, andaba como embobada. No quisiera ver ni hablar, sino abrazarme con mi pena, que para mí era mayor gloria que cuantas hay en todo lo criado.



Esto tenía algunas veces, cuando quiso el Señor me viniesen estos arrobamientos tan grandes. que, aun estando entre gentes, no los podía resistir, sino que , con harta pena mía, se comenzaron a publicar. Después que los tengo, no siento esta pena tanto, que es muy diferente en hartas cosas y de mayor precio. Antes, en comenzando esta pena de que ahora hablo, parece arrebata el Señor el alma y la pone en éxtasis, y así no hay lugar de tener pena ni de padecer, porque viene luego el gozar.


Sea bendito por siempre, que tantas mercedes hace a quien tan mal responde a tan grandes benficios.


Pues viendo yo lo poco o nada que podía hacer para no tener estos ímpetus tan grandes, también temía no tenerlos; porque pena y contento no podía yo entender cómo podían estar juntos. Que ya pena corporal y contento espiritual, ya lo sabía que eran compatibles; mas tan excesiva pena espiritual y con tan grandísimo gusto, esto me desatinaba (V 29, 14 y cap. 30, 1).



Amigos del BLOG, este lenguaje de santa Teresa nos lleva a lo esencial de nuestra fe: el encuentro con Cristo viviente, y a la renuncia de sí mismo para dejarse conformar con El. Aquí está la verdadera sencillez y grandeza de la vida cristiana. Hasta la próxima, amigos. Cos mis saludos, Nicolás González

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