viernes, 29 de julio de 2011

YO SOY EL PAN DE VIDA, DICE EL SEÑOR. Domingo 31 julio





DOMINGO XVIII A
Meditemos en este milagro llamado de la multiplicación de los panes y los peces.- Jesucristo hace un viaje por barco para trasladarse de una orilla a la otra del lago de Genesaret.- La gente que le seguía, al verle partir de la orilla occidental a la orilla oriental, fue rodeando el lago, por tierra, hasta volver a encontrarse con él. Necesitaban seguir escuchando su doctrina, sus palabras de consuelo, fuertes y luminosas. Son gentes que están impulsadas por el hambre de Dios.
Siguen a Jesús, el Mesias, el Hijo de Dios hasta donde sea, incluso hasta el desierto. Siguen a Jesús hasta allí porque se percatan del desierto de su propia existencia, porque han experimentado en el fondo de su corazón que necesitan de Dios y de su palabra. Buscan a un profeta, tienen hambre de la palabra de Dios, desean algo más que lo que les puede ofrecer el diario quehacer de la vida. Por eso se ponen en camino y marchan hasta un lugar lejano, y dejan los lugares en que tienen sus casas y el pan de cada día.
Y les sucede que, mientras sienten hambre de la palabra de Dios, les da también hambre de pan terreno, porque llevan horas y tan vez algún día entero sin probar bocado.- Y les va a suceder lo que ellos ni se lo podían imaginar. Que aquel a quien siguen buscando que les reparta el pan de la verdad, de la eternidad, de la fe en Dios, se va a preocupar también de su existencia terrena, de sus necesidades corporales, de que puedan morirse de hambre en aquellos descampados.- Y vino el milagro que acabamos de oir en el Evangelio de hoy.- La gente acampa, come, se sacia. En agradecimiento, le aclaman a Jesucristo y le piden que sea El su jefe. El Evangelio lo dice con estas palabras: “Después que hubieron comido, gritaron: este es el profeta que tenía que venir, y quisieron nombrarle rey”.- Pero Jesús reacciona de otra manera: “En verdad, en verdad os digo, me buscais no porque habeis visto un signo, sino porque comísteis y os hartásteis de pan”.
Por tener hambre del alimento espiritual, del pan de la eternidad, Dios les da, también, el pan del tiempo, y, una vez que se lo ha dado, comienzan a no buscar ya el pan eterno, sino el pan terreno. Por eso quieren hacer a su Dios rey de la vida temporal y terrena. Apenas se hartaron, desean aún más el pan de esta vida caduca y pasajera, y lo que era condición para poder buscar a Dios con libertad interna del espíritu, se vuelve para ellos en una tentación de codiciar ávidamente el bienestar terreno, y de negociar con el don gratuito de Dios. Lo que nos narra esta parábola, es lo que constantemente acontece en la vida de la humanidad y en la de cada hombre, y lo que caracteriza esta época de la técnica y del desarrollo, en que nos ha tocado vivir. Dios nos ha dado la técnica, el desarrollo, para que a nadie le pueda faltar el trabajo y el pan de cada día. Nos hace este milagro de la multiplicación de los panes por obra de la técnica, para que tengamos más tiempo para codiciar el pan de Dios, escuchar su palabra, meditarla en el corazón, alimentar con ella el hambre interior del corazón, de la conciencia, de nuestra alma. Y saciar así el hambre de la trascendencia, de la eternidad.- Pero caemos, como aquellas gentes, en la tentación del egoismo, ,y por culpa de ese egoismo, hay cada vez más pobres en el mundo, gente que se muere de hambre, cuando con los medios que hoy se tienen bien repartidos habría trabajo y pan para todos.








En medio de esta época de la técnica, aceptada y afirmada como destino de nuestro tiempo, debemos desarrollar un estilo de vida realmente cristiano, que mantenga la verdadera jerarquía de los valores. No dejarnos atrapar por lo sensible y material, para mantener la libertad del espíritu, para dejarnos guiar por la luz del Evangelio. Busquemos a Dios con el corazón despojado de tantas concupiscencias como lo aprisionan. Jesucristo nos invita a vivir de forma que la percepción y el gozo de las realidades temporales no nos lo impidan , en el desierto por el que caminamos.

jueves, 28 de julio de 2011

LA CIUDAD DE LAS CARMELITAS



LA CIUDAD DE LAS CARMELITAS EN TIEMPOS DE DOÑA TERESA DE AHUMADA



Este es el título de un libro que acaba de aparecer en Ávila, y que vamos a presentar en público el próximo sábado, en la iglesia de la Encarnación, a las 12 horas.



C0mo se indica en el subtítulo, es la historia del Monasterio en el que ingresó santa Teresa de Jesús el 2 de noviembre de 1535, y en el que residió durante treinta años. ¿Qué personas habitaban aquí? ¿Qué vida hacían? ¿En qué mundo vivió nuestra santa en este recinto cercado con tapiales de adobe ? Pues mis investigaciones me llevaron a concluir que este complejo urbano que hoy llamamos Monasterio de la Encarnación, por los años de 1535 a 1575 era una pequeña ciudad de las Carmelitas. Lo verán, glosando el título palabra por palabra.



"Ciudad" es un término que en aquel tiempo equivalía a una población regida por el Concejo Municipal, cuyo corregidor era nombrado por el Rey, y gozaba de plenas facultades en los órdenes legislativos, judiciales y ejecutivos. El Concejo se reunía a campana repicada, y tomaba las decisiones correspondientes al gobierno de la ciudad.La ciudad de Ávila temça entonces 1500 vecinos- Pues en este complejo residencial de la Encarnación había mujeres monjas, seglares, niñas, médico, hortelanos, pastores, recaderos en un total de unas trescientas personas, que se regían por la muy magnífica señora priora y la comunidad de monjas profesas de votos solemnes. Su régimen no dependía de ninguna autoridad superior a las deliberaciones tomadas por la comunidad y la priora.



La llamamos ciudad de las "Carmelitas", porque ellas formaban la comunidad como institución titular de los bienes comunes, y de las que dependían todos los moradores.



Y decimos "en tiempos de doña Teresa de Ahumada " porque centramos nuestro estudio en los orígenes de las carmelitas en Ávila y su ubicación en este caserio de la Encarnación durante los treinta años que aquí residió la hija de don Alonso de Cepeda y de doña Beatriz de Ahumada, con el nombre de doña Teresa de Ahumada. Aunque volvió después ya convertida en Madre Teresa de Jesús, en este convento la siguieron llamando siempre doña Beatriz de Ahumada.


Así podemos entender mejor la novedad de la Orden que ella fundó en 1562. La ciudad señorial de largos claustros y ámplias celdas, la cambió Teresa por una casita de vecindad, en la que vivieran unas poquitas en familia, siendo todas iguales. Y en vez de llamar a la principal la muy magnífica señora priora doña y a las demás, vuestras mercedes. a la superiora la llamarían
Madre y a las otras, hermanas- Todo sería común y, como signo de desprendimiento andarían descalzas y se sentarían en el santo suelo. De aquí nació la Orden de Carmelitas Descalzas, y su primer convento dedicado a San José.

lunes, 25 de julio de 2011

UNA PENA TAN SABROSA



QUE NO HA DELEITE EN LA VIDA QUE MÁS CONTENTOS DÉ.



Así se expresa Teresa de Avila. El impacto de Dios en su alma le produce una llaga y le da una pena grandísima, que, a la vez le resulta una "pena tan sabrosa, que no hay deleite en la vida que más contento dé". Y añade todavía una frase más desconcertante y antitética: " Siempre querría el alma estar muriendo de este mal". Y, de pronto, le cae una chista encendida en amor grande Diós que la hace arder. Y sigue:



"Esta pena y gloria junta me traía desatinada, que no podía yo entender cómo podía ser aquello ¡ Oh, qué es ver un alma herida( de amor)! Que digo que se entiende de manera, que se puede decir herida por tan excelente causa, y ve claro que no movió ella nada por donde le viniese ese amor, sino del muy grande que el Señor la tiene, parece cayó de presto aquella centella en ella, que la hace toda arder".



"El alma busca modos y maneras para hacer para hacer algo, que sienta por amor de Dios; mas es tan grande el primer dolor, que no sé yo tormento corporal le quitase. Como no está allí el remedio, son muy bajas estas medicinas para tan subido mal. Pide a Dios la dé remedio para su mal; y ninguno ve sino la muerte, pues con ésta piensa gozar del todo a su Bien" (V29, 11).



Si Juan Luis, que me escribe desde Gredos, acertara a leer esta página del BLOG, le aproximaría al alma de una monja carmelita, que se mete en clausura y se pregunta ¿para qué? Pues para eso para que cuando menos lo espere, Dios la regale con una herida de amor, que perciba dentro de sí como una chista encendida que la enardece hasta desear morir de amor.

viernes, 22 de julio de 2011

LA FE CRISTIANA, UN GRAN TESORO.Domingo 24 julio

DOMINGO ORDINARIO XVII A

Este Evangelio nos describe el reino de Dios con distintas imágenes o parábolas, que emplea Jesucristo para hacerse entender a sus oyentes.- El Reino de Dios, dice, se parece a un tesoro, que uno encuentra escondido en el campo; o a una perla de gran valor; o a una red que echan en el mar.
Reflexionemos en el valor de nuestra fe, que nos une a Dios; en el valor de las gracias que de El recibimos constantemente ; en el significado de nuestra pertenencia a la Iglesia, como pueblo de Dios, como reino de Dios en este mundo. Y valoremos estas realidades como un verdadero tesoro, como una perla fina ,es decir como algo de gran valor.-
Debemos a la fe que nos ayuda a tomar conciencia de lo que somos, como creyentes : no hemos accedido a esa realidad por nuestros méritos, ni por nuestros razonamientos, sino por la llamada interior de Dios, a la que hemos dado nuestro asentimiento: “El nos ha ungido, El nos ha sellado y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya el Espíritu”.- Seamos conscientes de nuestra experiencia pasada y presente en la que percibimos tantos dones recibidos de Dios.- Causas próximas existenciales e históricas nos revelan una Providencia de Dios sobre cada uno de nosotros, empezando por la maravilla y la alegría de vivir.
La fe nos descubre que vivimos en medio de una inmensa, espléndida, maravillosa compañía de tantas gentes buenas, incluso de verdaderos santos, en los que uno encuentra amistad y ejemplos de virtud. Por la fe uno descubre lo que significa un anciano como Juan Pablo II,cargado de años, que viaja por todo el mundo anunciando el amor de Dios , como hoy a medio millón de jóvenes desplazados desde doscientas naciones hasta Canadá, y que a cualquiera le hace pensar que eso es un verdadero tesoro...Por ser un verdadero tesoro la fe, el Papa les ha hecho un llamamiento explícito :” Jesús cuenta contigo, Cristo te nbecesita. Responded a su llamada poniendo vuestras vidas al servicio de vuestros hermanos y hermanas. Confiad en Cristo porque El confía en vosotros.- Por nuestra común pertenencia al reino de Dios, valoramos ese encuentro del Papa en Toronto y mañana en México, y luego en Guatemala, como una perla brillante que resplandece en nuestro mundo con deslumbrante atracción.- Comprobamos con hechos tan significativos que la fe no es un tesoro para guardar en uno mismo, para tenerlo escondido en la conciencia, sino como una fuerza de expansión, de puesta en común con otros, de necesidad de vivirla y expresarla en público y en común.- Esos jóvenes nos dan un testimonio de que han encontrado una fuente de felicidad en algo muy íntimo, muy necesario en sus vidas que es su pertenencia al reino de Dios por la fe... Vemos también en la debilidad física del Papa cómo su poder es sobrenatural, un poder que reside en su potestad sacerdotal para celebrar la Eucaristía, en un servicio desinteresado en presidir, perdonar, absolver de los pecados, y bendecir en nombre de Dios.
Descubrir que Dios existe, que Dios es amor.., es realmente descubrir un tesoro, una perna de gran valor. Por la fe podemos descubrir ese secreto de Dios. Nuestra religión deriva de esa revelación, que establece una relación de Dios como Padre hacia nosotros como hijos y de nosotros para con El. Uno puede decir con toda verdad : Yo soy amado por Dios.- De ahí nace también el mandamiento, la ley suprema en el reino de Dios : “Amar a Dios con todo el corazón, con toda la mente, con todo el espíritu y con todas las fuerzas”.- “No hay otro Dios fuera de mí. Dios es por definición el único,. Nada puede comparársele. Todo le está subordinado :”Ante mi se doblará toda rodilla”.- Jesucristo , el Hijo de Dios, es el “nombre que está sobre todo nombre”, para que “al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame que Jesucristo es el Señor para gloria de Dios Padre” (Fl.2,10-11).
Tesoro escondido es la innata pertenencia de la persona a Dios, al verse como criatura suya, cuya imagen está grabada indeleblemente en la naturaleza misma de todo hombre y de toda mujery que por ello toda vida humana tiene un valor sagrado.

jueves, 21 de julio de 2011

ES MENESTER GRAN DISCRECIÓN PARA QUE VAYA TODO CON SUAVIDAD



Teresa ha tenido experiencias espirituales fuertes, como un huracán que ha conmocionado alma y cuerpo, y otras finísimas y suaves como como una caricia.Nos preguntamos ¿ cuál de ellas aconseja a en sus escritos? En el capítulo 29 del libro de su Vida describe ambas situaciones por las que ha pasado con unos términos, que la retratan como la mujer locamente enamorada de Jesucristo.



En sus encuentros amorosos con el Señor, se ve zarandeada crudamente por el Invisible, al que ni ve ni entiende, pero le siente como abasallador. Es como el niño que llora de cuajo para que su madre le atienda, o como una olla que hierbe a presión, y sigue poniendo leña para avivar más el fuego, y, a la vez. lo intenta apagar con lágrimas. Piensa que para más y mejor conquistar el amor de Dios, tiene que hacer muchas penitencias, derramar lágrimas de contrición, mortificarse, estar tres horas de rodillas y cosas por el estilo. Hasta que cayó en la cuenta de que lo mejor era dejar al Otro que actuara en ella, y abandonarse, dejarse acariciar por El suavemente, consciente y amorosamente.La escuchamos:


La razón ataje a encoger la rienda, porque podría ser ayudar el mismo natural; vuelva la consideración con temer no es todo perfecto. sino que puede ser mucha parte sensual, y acalle este niño con un regalo de amor que la haga mover a amar por via suave, y no a puñadas, como dicen. Que recojan este amor dentro, y no como ella que cuece demasiado, porque se pone la leña sin discreción y se vierte toda. Sino que moderen la causa que tomaron para ese fuego y procuren matar la llama con lágrimas suaves y no penosas, que lo son las de estos sentimientos y hacen mucho daño-


Yo las tuve algunas veces a los principios, y me dejaban perdida la cabeza y cansado el espíritu, de suerte que, a otro día, no estaba para tornar a la oración. Asique es menester gran discreción a los principios para que vaya todo con suavidad y se muestre el espíritu a obrar interiormente. Lo exterior, se procure mucho evitar.


Estos otros ímpetus son diferentísimos. No ponemos nosotros la leña, sino que parece que - hecho el fuego- de presto nos echan dentro para que nos quememos. No procura el alma que duela esta llaga de la ausencia del Señor, sino hincan una saeta en lo más vivo de las entrañas y corazón, a veces, que no sabe el alma qué le pasa ni qué quiere. Bien entiende que quiere a Dios, y que la saeta parece que consigue aborrecerse a sí por amor de este Señor, y perdería de buena gana la vida por El ( V 28,9)

lunes, 18 de julio de 2011

ME VEÍA MORIR CON DESEO DE VER A DIOS






En Teresa el amor es más fuerte que la muerte. Lo dice a sabiendas de que se juega la vida por agradar a su Dios hasta el extremo.¡Que muero porque no muero!



De pronto, sin hacer ella nada, se ve traspasada por la mirada de Alguien que la enardece y la atrae. No puede explicarase lo que la pasa en la oración. Lo acepta. Es Dios, quien reclama su amor. Demuestra claramente que la santidad no es fruto de nuestro esfuerzo, sino que es Dios, quien nos hace santos, infundiéndonos su Espíritu y atrayéndonos desde nuestro interior.La escuchamos:


Desde hace poco tiempo, comenzó Su Majestad - como me lo tenía prometido- a señalar más que era El, creciendo en mí un amor tan grande de Dios, que no sabía quién me lo ponía, porque era muy sobrenatural, ni yo le procuraba.



Veíame morir con deseo de ver a Dios y no sabía adónde había de buscar esta vida si no era con la muerte. Dábanme unos ímpetus grandes de este amor que, aunque no eran tan insufrideros como en otra ocasión anterior, ni de tanto valor, yo no sabía qué me hacer; porque nada me safisfacía ni cabía en mí, sino que verdaderamente me parecía se me arrancaba el alma.



¡Oh artificio soberano del Señor, qué industria tan delicada hacíais con vuestra esclava miserable! Os escondíais de mí y me apretábais con vuestro amor, con una muerte tan sabrosa que nunca el alma querría salir de ella.



Quien no hubiere pasado estos ímpetus tan grandes, es imposible poderlo entender, que no es desasosiego del pecho; ni unas devociones que parece ahogan el espíritu, que no saben en sí- Se han de evitar estos aceleramientos procurando con suavidad recogerlos dentro de sí y acallar el alma. Ocurre lo que cuando unos niños tienen un acelerado llorar, que parece se van a ahogar, y con darlos a beber, cesa aquel demasiado sentimiento (V 29, 8-9).

Amigos del BLOG, que Dios derrame abundantemente su amor en nuestros corazones, y lo acojamos con sencillez y humildad. Con un cordial saludo Nicolás González



jueves, 14 de julio de 2011

TERESA, FRENTE A LA CONTRADICCIÓN DE LOS BUENOS






Teresa, nuestra carmelita, padeció lo que ella llama la contradicción de los buenos. Pero todo lo que le pasa a esta mujer es de proporciones gigantescas y absolutamente desconcertantes. Tambien en la oposición de sus mejores amigos y en asuntos de vital importancia en la vida espiritual. Ella estaba segura en conciencia de que sus "visiones" de Jesucristo eran verdaderas y que por nada del mundo estaba dispuesta a no dejar la oración personal, y los otros la decían que no podían creerse que ella tuviera esas visiones, por lo que tenía que renunciar incluso a hacer oración.



Sus confesores, también convencidos del error que padecía la monja Teresa, llegaron incluso a mandarla que se dejara de esas visiones y que abandonara la oración.¿ Qué hacer en medio de esas tensiones? ¿Obedecer o hacer lo contrario de lo que le mandaban los "ministros" de la iglesia, los "buenos", sus mejores y santos amigos clérigos y seglares?



Teresa sigue los dictados de su propia conciencia, porque está segura de que "ve"y "oye" a Jesucristo. En un momento " díjome que les dijese que ya aquello era tiranía". "Y otra vez, teniendo yo la cruz del rosario en l mano, Jesús me la tomó con la suya, y cuando me la tornó a dar, era de cuatro piedras grandes, muy más preciosas que diamantes, sin comparación. Tenía las cinco llagas de muy linda hechura. Y me dijo que así la vería de aquí adelante; y así me acaecía: que no veía la madera de que era, sino estas piedras. Mas no lo veía nadie sino yo".



Y, a mayores contradicciones, más claro veía que los otros estaban equivocados, porque el Señor más la regalaba con visiones y revelaciones sobrenaturales. "En comenzando a mandarme hiciese estas pruebas (de rechazarlas) y que resistiese, era muy mayor el crecimiento de las mercedes. En queriendo divertirme ( para obedecer a los que así se lo mandaban), nunca salía de oración; aún durmiendo, me parecía estaba en ella, porque aquí era crecer el amor, y aunque quisiese y más lo intentase, no podía dejar de pensar en Él"(V 29, 5-6).


¡Qué descanso, nos da santa Teresa! Esa música de fondo mientras nos relata sus experiencias, nos lleva a oir a Dios, nos garantiza que Dios existe, y que su vida, como la nuestra, es impensable sin la referencia a Dios. Con mis saludos. Nicolás González

martes, 12 de julio de 2011

EL REINO DE DIOS SE PARECE A LA LEVADURA QUE HACE FERMENTAR LA MASA.Domingo 17 julio

Apostol san Pedro

Domingo XVI A

El evangelio de hoy nos describe el reino de Dios, fundado por Jesucristo, con tres imágenes o comparaciones. El reino de Dios se parece a un campo en el que Dios sembró la buena semilla de su Palabra y de sus mandamientos, y en el que el Maligno sembró cizaña. El reino de Dios se parece al resultado de un grano de mostaza, que en sí es una semilla pequeñísima, pero que de ella sale un arbol grande y frondoso. Y también el reino de Dios se parece a la levadura que se echa en una masa grande de harina y agua, y la levadura la hace fermentar para convertirla en pan.Con estas comparaciones nos aproximamos al contenido , al significado del reino de Dios.




Reflexionemos en la imagen del grano de mostaza y de la levadura. Jesucristo fundó su iglesia, como quien siembra un grano, y luego de aquel grano salió un tallo, que con el correr de los años se ha convertido en un arbol gigantesco que extiende sus ramas por todos los continentes. Y si miramos el reino de Dios en cada uno de nosotros, cristianos, podemos comparar esa infusión divina a una levadura que Dios introduce con su palabra, su gracia, su espíritu en el interior de nuestra conciencia, de nuestra alma, para que haga en nosotros el efecto de la levadura : que por contagio nos transforme en hombres nuevos. Para eso, es preciso abrir ante todo a Dios nuestro corazón, nuestra inteligencia y toda nuestra vida . Poner nuestra confianza en El, para que inicie un proceso de purificación interior, que nos renueve y nos libere.




El grano si no muere en la tierra, no da fruto. La levadura, si no se disuelve en la masa, no la transforma. Lo mismo ocurre con el que acoge a Dios en su corazón por la fe y el amor. La actitud del creyente ante Dios ha de ser una actitud de humildad, que no pretende tener éxito, ni tampoco querer resolver cualquier problema con sus propias fuerzas. Ha de tener una actitud de gran confianza en la ayuda de Dios, de tenacidad y de valentía; porque el creyente sabe que ,pese a todas las dificultades y los fracasos, su vida, su acción y la historia entera están bajo la tutela del poder indestructible del amor de Dios, por lo que nunca sus esfuerzos humanos resultarán estériles ni carecerán de sentido.- Desde esta perspectiva, como creyentes, podemos comprender con mayor facilidad que nuestra esperanza cristiana vive también en situaciones de dolor , en medio del sufrimiento, es más: que precisamente el sufrimiento educa y fortalece de especial manera nuestra esperanza. Debemos luchar contra el sufrimiento, pero no podemos eliminarlo por completo del mundo, ya que no está en nuestro poder secar sus fuentes: la finitud de nuestro ser y el poder del mal y de la culpa.- Nos ocurre lo que al labrador, que por mucho que se esfuerce en arrancar las malas hierbas, nunca terminará por eliminarlas, porque el maligno persiste en sembrar cizaña. Lo que nos corresponde es luchar contra el mal con tenacidad y valentía, invocando y confiando siempre en la ayuda del Señor.



El que reza a Dios no se siente solo, pues Dios es el único que en toda situación y ante cualquier tribulación, siembre está en condiciones de escucharnos y auxiliarnos.

lunes, 11 de julio de 2011

CASI SIEMPRE SE ME REPRESENTABA EL SEÑOR ASÍ, RESUCITADO






Después de muerto, Jesucristo resucitó y se apareció a sus apóstoles y a otras personas. Es un encuentro que se acerca a ellos desde fuera. Cuanto Teresa dice que se le aparecía Jesucristo en la forma de resucitado, es una visión real, pero de otro género. Lo llamamos experiencias místicas, en las que el espíritu humano viene por un momento elevado por encima de sí mismo y percibe el mundo de lo divino y lo eterno, para volver después al horizonte normal de la existencia.

La experiencia mística es una superación momentanea del ámbito del alma y de sus facultades perceptivas, a donde le lleva el Espíritu. Nadie puede por sí mismo acceder a ese ámbito en el que se le aparece Jesucristo en la forma de resucitado, o de otra manera. Esto es lo que le acontece a santa Teresa por los años de 1559 al 61 y años después.De la novedad de este acontecimiento y de su verdadera realidad es testigo santa Teresa, que lo describe así:



Casi siempre se me representaba el Señor así resucitado, y en la Hostia lo mismo, y si no era algunas veces para esforzarme si estaba en tribulación, que me mostraba las llagas, algunas veces en la cruz y en el Huerto, y con la corona de espinas pocas; y llevando la cruz también algunas veces, para - como digo- necesidades mias y de otras personas, más siempre la carne glorificada.



En vida, Teresa les comunicaba a sus íntimos amigos y confesores estas visiones, y no se lo creían. Hasta llegaron a pensar de ella que estaba "endemoniada". Por lo que escribió después: Hartas afrentas y trabajos he pasado en decirlo y hartos temores y hartas persecuciones. De esto poco se me daba a mí. Con todo, jamás me podía pesar de haber visto estas visiones celestiales, y ni una sola vez lo trocara por todos los bienes y deleites del mundo. Siempre lo tenía por gran merced del Señor y me parece un grandísimo tesoro, y el mismo Señor me lo aseguraba muchas veces.

Con estas visiones yo me veía crecer en amarle muy mucho. Íbame a quejar a El de todos estos trabajos; siempre salía consolada de la oración y con nuevas fuerzas (V 29,4).


Amigos del BLOG, santa Teresa de Ávila refrenda que Jesucristo vive y nos demuestra con vigor irrefutable que la fe en el Viviente nos puede llenar de felicidad, como le pasó a ella.Con mis saludos. Nicolás González

viernes, 8 de julio de 2011

LA PALABRA DE DIOS ES COMO UNA SEMILLA.Domingo dia 10 de juliio

Evangelista San Mateo. En plata, Custodia del Corpus de Ávila.

Juan de Arfe, 1571


En este domingo XV de tiempo ordinario, el Evangelio nos invita a reflexionar sobre la Palabra de Dios como semilla, que entrando por el oido, se siembra en nuestro interior. Esta comparación es muy rica en significado espiritual.


¡En qué sentido? Para que haga en nosotros parecidos efectos a los de una semilla que cae en la tierra: arraigar en nuestras vidas y dar frutos de buenas obras. Pero al comparar la Palabra de Dios a una semilla, esta semilla de la Palabra de Dios precisa de nuestra acogida, porque, igual que el trigo que cae en un camino de arena o en un pedregal o entre zargas no puede echar raices profundas ni germinar. de igual modo, si la Palabra de Dios cae en un corazón endurecido no puede enraizar ni dar fruto.


El evangelio de este domingo nos enseña precisamente los grados de colaboración que tenemos que prestar a la Palabra que nos dirige Dios, a través de las lecturas de las Misas o de la Sagrada Escritura, para que pueda fructificar convenientemente en nuestras almas, a saber: 1º) Oirla sin distracciones, y con un corazón generoso y buebo. 2º) Retener la palabra y recordarla en nuestras, 3º) Llevarla a la práctica u obrar en consecuencia.


1º) La Palabra de Dios tiene que entrar por el oido y llegar hasta el corazón del oyente. Este corazón ha de ser como la tierra buena para una semilla: un corazón que acoge la palabra con gratitud y con gozo, con recta intención y deseo de que nos sirva de provecho. Por eso, para los que están distraidos al escuchar las lecturas de la Misa, la palabra de Dios no puede entrar ni siquiera por los oidos, mucho menos, hasta el corazón. Para que la palabra de Dios entre en nosotros, tenemos que concentrarnos, reconducir la atención a lo que estamos oyendo, y tratar de entender el contenido de esos fragmentos de la sagrada Escritura. A Dios, como a un padre, a una madre o a un amigo, no se le puede escuchar con displicencia o desinterés. Ser consciente de quién es el que escucha, quien es aquel a quien escucha y qué es lo que oye- La palabra es un vehículo de comunicación entre dos interlocutores, en este caso, de Dios que habla y del hombre o mujer que escucha y responde.


2º) Tenemos que retener la palabra de Dios, rumiarla y recordarla. La palabra de Dios , como germen de vida, ha de prender en el alma, quedar como enraizada en nosotros, igual que una semilla en tierra húmeda. A ejemplo de la Virgen: "María conservaba las palabras de su Hijo y las meditaba en su corazón".


3º) La palabra de Dios, oida y retenida, hay que llevarla a la práctica. No es una enseñanza especulativa, sino una palabra viva, para saborear y gozar y, luego, aplicar en el tegido de la vida diaria. Saborear la Palabra, gozarla, vivirla y cumplirla. Así la Misa será una verdadera terapia curativa, para sanarnos de las heridas que el ajetreo nos produce en la semana.


Feliz domingo, amigos.

lunes, 4 de julio de 2011

A QUIEN HUBIERE TENIDO VERDADERA VISIÓN DE DIOS








Teresa de Jesús nos ilumina y aproxima al Dios invisible cuando nos describe sus experiencias espirituales. Nos dice con tanta seguridad que ha "visto" a Dios con los ojos del alma, cuando el mismo Dios se le ha mostrado, se le ha "aparecido". De tal fuerza es su fe y amor, que no duda ni un instante de que Dios la ama y así experimenta su cercanía.






Mi propósito al transcribir párrafos de sus libros es descubrir esos tesoros, esos luminosos encuentros de Teresa con Jesucristo, el Hijo de Dios, para que no podamos menos de quedar fascinados ante ella. No escribe de otra cosa sino de lo que le ocurre en sus encuentros con Jesús, cuando se sumerge en la oración y en el silencio interior. La escuchamos:






A quien hubiere tenido verdadera visión de Dios, desde luego casi se siente.Pues ser imaginación esto, es imposible de toda imposibilidad. Ningún camino lleva, porque sola la hermosura y blancura de una mano ( de Jesús) es sobre toda nuestra imaginación. Pues sin acordarnos de ello ni haberlo jamás pensado, ver en un punto presentes cosas que en gran tiempo no pudieran concertarse con la imaginación, porque va muy más alto de lo que acá podemos comprender; asiq1ue esto es imposible.






Por los efectos que produce en el alma, se ve que es conocimiento infuso de Dios. Acá no se puede encarecer la riqueza que queda; aún al cuerpo da salud y queda confortado. Todos los que me conocían veían claro estar otra mi alma; y así lo decía mi confesor; porque era muy grande la diferencia en todas las cosas, y no disimuladas, sino muy con claridad lo podían todos ver (V 28, 11-13).