domingo, 20 de marzo de 2011

DECLARA CÓMO ES ESTE HABLAR QUE HACE DIOS AL ALMA


Teresa está convencida de que Dios habla con ella. Esta certeza la transmite al lector, que puede pensar de ella que es una ilusa. Por eso sale al paso, diciendo que ella misma sabe distinguir lo que es hablarse uno a sí mismo, escuchar a otra persona que le habla, y las "hablas" de Dios que ella escucha en su interior.

Efectivamente, alguien puede pensar que Teresa se dice a sí misma lo que quiere oir como si fueran palabras que Dios la dice. Y nos asegura que son cosas muy distintas- La diferencia es muy sutil: cuando uno se dice a sí mismo lo que quiere oir, el entendimiento trabaja en buscar la idea y concertar las palabras que mejor la expresen. Pero cuando es Dios el que habla, el entendimiento no está activo sino pasivo. porque se limita a escuchar. Y tampoco es lo mismo escuchar a una persona que escuchar a Dios: cuando nos habla una persona, podemos hacerla caso o nó; abrir el oido con atención, 0 cerrarlo distrayendo la atención a otra cosa. En cambio, cuando te habla Dios, no podrás no escucharle, y escuchándole comprabarás que es El, porque habla y obra a la vez. Éstos son los argumentos que emplea nuestra Santa:

Cuando Dios habla, son unas palabras muy formadas, mas con los oidos corporales no se oyen, sino entiéndense muy más claro que si se oyesen. Y, dejarlo de entender. aunque mucho se resista, es por demás (es inutil). Porque, cuando acá no queremos oir, podemos tapar los oidos, o advertir otra cosa, de manera que ,aunque se oiga, no se entienda.

En esta plática que hace Dios al alma, no hay remedio alguno, sino que, aunque me pese, me hacen escuchar y estar el entendimiento tan entero para entender lo que Dios quiere entendamos, que no basta querer ni no querer. Porque el que todo lo puede, quiere que entendamos se ha de ha de hacer lo que quiere y se muestra señor verdadero de nosotros.

Esto tengo muy experimentado. La diferencia que hay cuando es espíritu bueno o cuando es malo, o cómo puede también ser aprensión del mismo entendimiento (que podría acaecer), o hablar el mismo espíritu a sí mismo esto. Cuando es de Dios, tengo muy probado en muchas cosas que se me decían dos o tres años antes, y todas se han cumplido, y hasta ahora ninguna ha salido mentira.
Y otra señal, más que todas, es que (la palabra humana) no hace operación; porque esta otra, que habla el Señor, es palabras y obras; y aunque las palabras no sean de devoción, sino de reprensión, a la primera disponen un alma y la habilita y enternece y da luz, y regala y quieta; y, si estaba en sequedad o alboroto y desasosiego de alma, como con la mano se le quita; y aún mejor, que parece quiere el Señor se entienda que es poderoso, y que sus palabras son obras.

Santa Teresa no teoriza sobre la eficacia de la palabra de Dios, que oye estando en oración, sino que expresa una experiencia viva y personal, la de una palabra que la enternece, le da luz, la regala y pacifica. Os invito a escuchar la palabra de Dios, en el silencio de la oración, hasta experimentar alguno de esos efectos saludables. Con un cordial saludo Padre Nicolás




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