viernes, 4 de marzo de 2011

COMO EL QUE EDIFICÓ SU CASA SOBRE ROCA. Domingo 6 de marzo

Jesucristo,el Buen Pastor
En marfil. En la cabecera del báculo episcopal

DOMINO DEL TIEMPO ORDINARIO. A IX

En este domingo, pedimos al Señor, en el salmo, que sea para nosotros como una roca, en la que refugiarnos: "Señor, sé la roca de mi refugio". En el Evangelio, el Buen Pastor nos invita a ser personas que edifiquen su vida sobre roca, es decir sobre cimientos sólidos, porque no se puede vivir sobre teorias movedizas. El que edifique sobre la arena fluctuante de teorias de la moda del momento, o de ocurrencia del que quiere llamar la atención, le pasará como al que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, se salieron los rios, soplaron los vientos y se estrellaron sobre la casa, y se hundió totalmente.

A veces nos vemos como llevados a la deriva y zarandeados por cualquier viento de opiniones, materialistas o consumistas. ¡Cuántas corrientes ideológicas, cuantas modas de pensamiento nos zarandean a diario. La pequeña barca de las creencias de algunos cristianos se ve agitada por esas olas, o vendavales del marxismo o del libertinismo, o del ateismo o, simplemente, del relativismo, y si no está bien amarrada, por la fe y el amor, a Jesucristo, puede naufragar.

Edificar la vida sobre roca, significa cimentar nuestras ideas, nuestros sentimientos, nuestras obras sobre la verdad, y la auténtica verdad es Jesucristo. Jesucristo es la piedra angular de un gran templo espiritual, del que los creyentes somos como piedras vivas, participando por la gracia en la vida de Dios, confiando plenamente en El. Sólo Jesucristo es el camino hacia la realización de los deseos más profundos del corazón del hombre. Si dirigimos nuestro pensamiento, palabras y acciones a la verdad del Evangelio, estamos construyendo nuestra vida sobre el cimiento de esa piedra angular que es Cristo. Sólo así edificaremos algo que sea realmente duradero. Sólo así nuestra vida encuentra el significado último y da frutos perdurables.

Vivamos profundamente arraigados en la amistad y trato personal con Cristo, en la oración. Esta amistad nos abre a todo lo que es bueno y nos da la medida para discernir entre lo verdadero y lo falso, entre el engaño y la verdad. Comprometerse con la verdad en la caridad es la fórmula fundamental de la existencia cristiana. En Cristo y en la Iglesia coinciden verdad y caridad.

Amigos del BLOG, recemos este domingo:¡ A Ti, Señor, me acojo; no quede yo nunca defraudado. Sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve; dirígeme y guíame. El P.Nicolás


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