viernes, 28 de enero de 2011

BIENAVENTURADOS,PORQUE DIOS NOS AMA.Domingo 30 enero





Ciclo A . IV Domingo del tiempo Ordinario
Las bienaventuranzas son el programa que mejor resume el mensaje de Jesucristo. Un programa nuevo, radicalmente distinto del que ofrecían en su tiempo los letrados escribas y fariseos, que fundaban la bienaventuranza del hombre en el mero cumplimiento externo de la ley. El programa que propone Jesucristo para que un hombre alcance su felicidad, es distinto; se basa no en el formalismo de la ley, sino en verse amado por Dios, en la pureza de conciencia, en la paz interior, en la defensa de la justicia, en la sencillez y en la humildad, en la verdad.
La fascinación que este mensaje de las bienaventuranzas ha ejercido y sigue ejerciendo sobre los que buscan ser profundamente felices, es tal que estas ocho bienaventuranzas son consideradas como esas supremas palabras que tienen fuerza y actualidad siempre.-


Se agrupan de cuatro en cuatro. Cuatro se refieren a los que sufren carencias : los pobres,los tristes, los hambrientos y los perseguidos. Y cuatro alaban determinadas actitudes, que garantizan el acceso al Reino de Dios y a sus bienes: los mansos, los misericordiosos, los de corazón abierto, puro y sencillo, y los que buscan la paz.
El Evangelio recoge unas precisiones que dan el verdadero sentido de las bienaventuranzas : no es bienaventurado el que carece de bienes materiales, por el mero hecho de ser pobre, sino el pobre de espíritu, es decir, aquel que estima la posesión de Dios como su mejor riqueza.- Tampoco se llama bienaventurado al que pasa hambre y sed material, sino al que tiene hambre y sed de justicia.
Este programa contenido en las bienaventuranzas está en radical oposición a toda teoría y praxis humanas que traten de realizar un orden terreno mediante esfuerzos meramente racionalistas, es decir, si no se basan en los mandamientos de Dios, sino se concede a Dios el derecho de crear y fundar la paz entre los hombres, que El basa en la justicia y el perdón.-La paz que se busca por la fuerza de las armas, nunca se consigue. La misericordia que practican los escribas y fariseos para ser ensalzados sobre los demás, tampoco es válida. Para eliminar la pobreza, las lágrimas, la injusticia, la violencia no sirve cualquier método. Jesucristo proclama que la construcción de un mundo en paz y con bienes para todos sólo en posible mediante el respeto a la dignidad humana, desde la fraternidad y el amor, inspirado en el amor de generosidad y solidaridad, del que es el máximo exponente Jesucristo.- Los carteles de los hombres dicen otra cosa muy diferente: “Bienaventurados los ricos”, los poderosos, los que pueden comprarse todo lo que les apetece; dichosos los que siempre triunfan,a costa de lo que sea ; los que son aplaudidos..Pero no es más feliz el que mucho tiene, sino el que menos desea.
Es en las bienaventuranzas evangélicas donde destaca la inmensa distancia y oposición que existe entre la sabiduría de los hombres y la sabiduría de Dios.- No se trata tampoco de que quienes ahora están tristes,en la tierra, habrán de reir en un futuro ulterior tras su muerte, ni de que los ahora hambrientos, habrán de ser saciados después...La participación en las bienaventuras es real también en esta vida, aún en medio de las persecuciones y carencias. El mismo Jesucristo fué bienaventurado, identificándose con los pobres, los hambrientos, los que lloran y los perseguidos. El encuentra su felicidad estando expresamente con los más pequeños, cuya carga de pobreza, de hambre, de opresión y lágrimas toma sobre sus hombros, para aliviarlos... Y por eso podrá decir con toda verdad a sus discípulos que le sigan por ese mismo camino. Y por eso añade: “Lo que hagais al más pequeño, a mí me lo haceis”. “Quien acoge a un niño en mi nombre, me acoge a mí”. “Quien a vosotros persigue, me persigue a mí”.”Dichosos vosotros, cuando os insulten y persigan por mi nombre..”.- Detrás de cada persona, por muy miserable que sea, está Dios, para aceptar y premiar lo que por él se haga. Para clamar que la pobreza, y el hambre y la opresión tienen que ser abolidas.Que puede ser feliz quien voluntariamente acepta cumplir las bienaventuranzas, proclamadas por Jesucristo, nuestro Maestro .

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