miércoles, 17 de febrero de 2010

CUARESMA, MÁS TIEMPO PARA DIOS




CUARESMA, MÁS TIEMPO PARA DIOS
Santa Teresa nos ha ido recordando que sin Dios, todo es tiempo perdido. Con Dios todo es diferente. Radicalmente nuestra Santa llegó decir “Quien a Dios tiene, nada le falta. Sólo Dios basta”.


La cuestión de Dios ha sido vital en la historia de los pueblos y de los individuos. A nadie se le ha dedicado tantos lugares de culto, ni de tan enormes volúmenes y belleza como las catedrales, ni nadie ocupa mas espacios en museos como Jesucristo, ni de nadie se ha escrito tanto como de Dios. A Dios le han dedicado las mejores composiciones musicales y artes figurativas.

La creencia en el Dios manifestado en Jesucristo, ha impulsado el desarrollo de la cultura del amor, de la solidaridad, de la igualdad, de la justicia, de la libertad, de la dignidad humana, de la democracia, y ha fascinado con sus diez mandamientos y las ocho bienaventuranzas a hombres y mujeres de todos los tiempos, de la categoría de Teresa de Calcuta y Juan Pablo II, por citar a dos contemporáneos, reconocidos y admirados por todo el mundo.

La creencia en Dios es vital. Todo lo cambia para mejor. La relación con Dios es esencial para el camino de la humanidad. Por eso, misioneros y misioneras arriesgan sus vidas para hacer a Dios presente por todo el mundo, y acercar a los hombres al amor de Dios. Para dar a conocer cómo el Dios Viviente ha entrado en la vida y en la historia de los pueblos, unos menos y otros más desarrollados, y está en su misma entraña, que nadie jamás podrá borrar.

Lo ha dicho Benedicto XVI recientemente: “Las experiencias del pasado, aunque no lejano a nosotros, enseñan que cuando Dios desaparece del horizonte del hombre, la humanidad pierde la orientación y corre el riesgo de dar pasos hacia su propia destrucción. La fe en Dios abre al hombre el horizonte de una esperanza cierta, que no defrauda; indica un fundamento sólido sobre el que poder apoyar sin temor la vida; pide abandonarse con confianza en las manos del Amor, que sostiene el mundo”.

Para esto tenemos seis semanas, que llamamos tiempo de Cuaresma. Para meditar y rezar a Dios, hasta experimentar cada uno en si mismo que no se puede vivir sin Dios, y que “quien a Dios tiene, nada le falta”. AMEN.

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