viernes, 1 de enero de 2010

FELIZ AÑO NUEVO, 2010





"Al cumplirse los ocho dias del nacimiento, tocaba circuncidar al Niño, y le pusieron por nombre Jesús" (Evangelio de
hoy).- Este hecho histórico lo plasmó en pintura Pedro Berrugue, en los primeros años del siglo XVI.





FELIZ AÑO NUEVO, 2010
Al terminar un año y empezar otro año nuevo, la primera reflexión sea darle gracias a Dios, por habernos conservado la vida y por tantas gracias recibidas de El hasta hoy.
Es un deber nuestro, además de una necesidad del corazón, alabar y dar gracias a Aquel que, siendo eterno, nos acompaña en el tiempo sin abandonarnos nunca, y que siempre vela por la humanidad con la fidelidad de su amor misericordioso.
Al Señor de la vida, le pedimos que alivie con sus gracias los sufrimientos que nos salgan al paso en el nuevo año, y que siga fortaleciéndonos en nuestra existencia terrena, dándonos el Pan de la salvación, para sostenernos en nuestro camino hacia la patria del cielo.
Ponemos en las manos de Dios este año 2010.La Palabra nos dice en este domingo a ti y a mí: “El Señor te bendiga y te proteja…; el Señor se fije en ti y te conceda la paz”.
La paz es un anhelo de todas las personas de buena voluntad, y para los discípulos de Cristo es un mandato permanente que nos compromete a todos: primero a recibir la paz de Dios; y, luego a comunicarla a los demás.
El Papa nos recuerda cada año, en esta fecha, que la referencia a Dios es imprescindible para que reine la paz en el mundo. Por nosotros ha nacido el Salvador. Esta noticia no puede dejarnos indiferentes. Nos afecta a todos, por nuestro propio bien. Dios es alguien importante en nuestra vida, el más importante en absoluto. El tiempo dedicado a Dios y, por El, a nuestro prójimo nunca es tiempo perdido. Al contrario, es el tiempo que vivimos verdaderamente.
Este primer día del año está dedicado a nuestra Señora Santa María, madre de Dios y madre nuestra. Aprendamos de Ella a conservar en el corazón las palabras que vienen de Dios, a meditarlas y a comprenderlas.
La pedimos que nos asista con su ayuda maternal y que nos guie por el camino que es Jesucristo, el mismo ayer, hoy y siempre.
Santa Teresa de Jesús, altísima contemplativa de Dios, ruega por nosotros.

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