martes, 24 de noviembre de 2009

TERESA, BAJO LA MIRADA DE DIOS



Cuando terminó de leer las Cartas de San Jerónimo, Teresa se preguntó: ¿ Qué me trastorna?
El sobresalto no le venía de la conversación con la religiosa Briceño, ni del silencio contenido de los montes de Castellanos, ni de las zozobras interiores que serpentean por sus venas, sino de verse bajo la mirada de Alguien, que la persigue.
Paréceme que andaba Su Majestad mirando y remirando por dónde me podía tornar a Sí”.
De niña, el deseo de morir había terminado en un juego fácil. Ahora de joven, las vacilaciones zarandean su vida como el viento las fuertes ramas de encina y las frágiles hierbas de la pradera.¿Monja o casada? ¿Corpiños de seda o túnica de sarga? ¿Chapines de charol o alpargatas de cáñamo?
-Pero ¿qué le está ocurriendo a la hija predilecta de Don Alonso?
-Pero ¿ qué le pasa a la niña que perfumaba sus manos y acariciaba a sus primos, siendo correspondida por ellos?
Algo nuevo e insospechado. Que se ve mirada y remirada por Otro en lo más hondo de sí misma. Escondido e inaccesible. Presiente que le espera una aventura insospechada, que no estaba escrita en los Libros de Caballería.Tiene que dar un paso adelante. La mirada del Otro la fascina, la inunda. Y…”sin quererlo yo, Su Majestad me forzó a que me hiciese fuerza”.
Sencillamente, es que tiene vocación de contemplativa. Y Teresa, a los dieciocho años, no sabe qué le está pasando , pero sospecha que por ese camino va a encontrar la fuente de la felicidad. Lo intuye.
Generosa siempre y en todo. Ahora ,toma una determinada determinación de dar un paso adelante, y correr esa aventura a lo desconocido.
De suerte que me determiné a decirlo a mi padre, que casi era como a tomar el hábito, porque era tan honrosa, que me parece no tornara atrás por ninguna manera, habiéndolo dicho una vez”.

Se lo dijo a su padre. Conocía de antemano que no lo iba a consentir, mientras él viviese. Pero lo que no sabía Don Alonso es que su hija Teresa era tan honrosa que, habiéndoselo dicho una vez, no tornaría atrás de ninguna manera.

Hasta el viernes, si Dios quiere. La veremos ya paseando por los claustros.

Adiós, amigos.

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