domingo, 29 de noviembre de 2009

TERESA, INICIA UNA AVENTURA


TERESA, INICIA UNA AVENTURA

El drama de la aventura espiritual de nuestra admirada monja hay que situarlo en el flujo y reflujo de sus emociones, como mar que la inunda en su interior. Las aguas del ”contento y de la grandísima ternura” inundan las playas de su nuevo estado monacal. Pero cuando se retiran, le queda la sequedad de la arena infructuosa.

La vemos , unas veces, flotando dichosa sobre las olas de las misericordias de Dios, y, otras, hundida en la congoja de sus ingratitudes y falta de correspondencia. La nueva vida de monja se le presenta como una expectación insospechada.Acaba de entrar en el convento de la Encarnación de Avila.

” Mudó Dios la sequedad que sentía mi alma en grandísima ternura. Dábanme deleite todas las cosas de la religión; y es verdad que andaba algunas veces barriendo en horas que yo solía ocupar en mi regalo y gala, y acordándoseme que estaba libre de aquello, me daba un nuevo gozo, que yo me espantaba, y no podía entender por dónde venía”.

Nos llama la atención el regusto de coger la escoba y emplear sus lindas manos en barrer ahora, en las mismas horas que antes dedicaba a perfumarse o a atusar su cabellera.

Enseguida nos dice que está espantada de lo que le ocurre. Es que se está iniciando en la vida de monja. Es su luna de miel. Se regala, en soledad, hablando con su esposo invisible, evocando “el desposorio que hice con Vos”.

Digámoslo claramente, está iniciando la gran aventura de la FE. Una insospechada aventura. En el camino que tiene por delante, va a sentir de todo, gozo, tristezas, dolor y lágrimas, ganas de dar marcha atrás y ansias de seguir adelante hasta alcanzar la fuente de agua viva, por la suspira sedienta de lo absoluto, de lo eterno, de Dios.

¡Casi nada! Ahora se ve como esposa del Rey, soberano del cielo y de la tierra. El reconocimiento de esa dignidad la abruma. La espanta. No es para menos.

Adiós. Hasta el miércoles próximo. Un saludo de vuestro Capellán.

jueves, 26 de noviembre de 2009

TERESA, POR LOS CLAUSTROS DEL CONVETO



¿Qué le espera a Doña Teresa de Ahumada en el monasterio de la Encarnación? Una aventura fascinante.

Acaba de cruzar el portón de entrada. Va a iniciar el recorrido por su nuevo estado de vida.

Iniciamos, de una manera exegética y algo sistemática, nuestro breve comentario al Libro de la Vida, escrito por Santa Teresa de Jesús. Con este libro en la mano, leyendo un párrafo detrás de otro, nos iremos aproximando a la protagonista de una apasionante aventura humana y espiritual, colmada por Dios de una de las experiencias místicas más profundas de todos los tiempos.
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Uno sólo acertará a recoger pequeños trozos de una figura que nos resulta inabarcable. Pero cuando terminemos de poner el último trozo, nuestra imagen puede tener algún parecido con la realidad de una santa tan grande. Lo vamos a intentar.

Así nos describe ella sus primeros momentos de monja:” En tomando el hábito, luego me dio el Señor a entender cómo favorece a los que se hacen fuerza para servirle”.

Una palabra muy usada por Santa Teresa en sus escritos es el vocablo “fuerza”. Y llega al ápice de su expresividad, cuando se debate entre escoger ser casada o monja, y cuando ya lo ha decidido, estará siempre “haciéndose fuerza” para todo.

Decidida a ser monja, empieza por vencer la oposición de su padre y hermanos. “Era todo haciéndome una fuerza tan grande, que, si el Señor no me ayudara, no bastaran mis consideraciones para ir adelante”.

Y, después de haber entrado en el convento de carmelitas y alistarse en las filas de las que han dejado todo por Dios, reflexiona y descubre que el nuevo camino no le va a ser fácil. Enseguida “me dio el Señor a entender cómo favorece a los que se hacen fuerza para servirle”. Tiene que esforzarse, vencer su natural.

Recojamos y nos apropiemos este primer mensaje que nos envía desde el claustro nuestra querida y admirada monja carmelita. Esforzarnos, con la ayuda de Dios.

Adiós,amigos.Un saludo de vuestro Capellán
tT

miércoles, 25 de noviembre de 2009

VIDEOS: LA AVENTURA DE LA FE (Un camino divino hacia el interior de uno mismo)

Os invito a recorrer una fascinante aventura por el interior de uno mismo. ¿Buscando qué? Buscando la felicidad.
En ese camino hacia la interioridad, la fe son los pies y el amor es el guía que nos encamina. Se comienza a andar por ese camino insospechado, cuando uno cae en la cuenta de que ha sido creado y redimido por el Amor, y que sólo puede encontrar la felicidad plena en la unión de amor con Dios escondido. Por eso le busca. Y empieza llamándole: ¿A dónde te escondiste, Amado?
Le busca, primero, rastreando las huellas que ha dejado en la naturaleza, creada por El. ¡Oh bosques y espesuras plantadas por la mano del Amado, decid si por vosotros ha pasado!
Luego pregunta a los ángeles y a los hombres, que le van mil gracias refiriendo del Amado. Y todos le va dejando un no sé qué queda balbuciendo.
Por fin, se vuelve a su centro más profundo del alma, la más hermosísima de todas las criaturas, porque ha sido creada por Dios a su imagen y semejanza, y le pide: Descubre tu presencia…, mira que la dolencia de amor, que no se cura, sino con la presencia y la figura.
En este DVD narramos esta aventura de la fe, por la que pasa un creyente como tú o como yo, de una manera o de otra. En definitiva, la fe es siempre una aventura, que corremos todos, y, si perseveramos hasta el final, nos sentiremos felices.

El DVD tiene dos partes, de diez minutos cada una. La 1ª Parte nos lleva a la búsqueda del Dios invisible, siguiendo el rastro de belleza que ha dejado, visible, en las criaturas inferiores, bosques y espesuras de la naturaleza. En la 2ª parte, después de escuchar, insatisfecho, la voz de la naturaleza, el creyente se dirige a los hombres y a los ángeles. Y termina con una oración a Dios.





martes, 24 de noviembre de 2009

TERESA, BAJO LA MIRADA DE DIOS



Cuando terminó de leer las Cartas de San Jerónimo, Teresa se preguntó: ¿ Qué me trastorna?
El sobresalto no le venía de la conversación con la religiosa Briceño, ni del silencio contenido de los montes de Castellanos, ni de las zozobras interiores que serpentean por sus venas, sino de verse bajo la mirada de Alguien, que la persigue.
Paréceme que andaba Su Majestad mirando y remirando por dónde me podía tornar a Sí”.
De niña, el deseo de morir había terminado en un juego fácil. Ahora de joven, las vacilaciones zarandean su vida como el viento las fuertes ramas de encina y las frágiles hierbas de la pradera.¿Monja o casada? ¿Corpiños de seda o túnica de sarga? ¿Chapines de charol o alpargatas de cáñamo?
-Pero ¿qué le está ocurriendo a la hija predilecta de Don Alonso?
-Pero ¿ qué le pasa a la niña que perfumaba sus manos y acariciaba a sus primos, siendo correspondida por ellos?
Algo nuevo e insospechado. Que se ve mirada y remirada por Otro en lo más hondo de sí misma. Escondido e inaccesible. Presiente que le espera una aventura insospechada, que no estaba escrita en los Libros de Caballería.Tiene que dar un paso adelante. La mirada del Otro la fascina, la inunda. Y…”sin quererlo yo, Su Majestad me forzó a que me hiciese fuerza”.
Sencillamente, es que tiene vocación de contemplativa. Y Teresa, a los dieciocho años, no sabe qué le está pasando , pero sospecha que por ese camino va a encontrar la fuente de la felicidad. Lo intuye.
Generosa siempre y en todo. Ahora ,toma una determinada determinación de dar un paso adelante, y correr esa aventura a lo desconocido.
De suerte que me determiné a decirlo a mi padre, que casi era como a tomar el hábito, porque era tan honrosa, que me parece no tornara atrás por ninguna manera, habiéndolo dicho una vez”.

Se lo dijo a su padre. Conocía de antemano que no lo iba a consentir, mientras él viviese. Pero lo que no sabía Don Alonso es que su hija Teresa era tan honrosa que, habiéndoselo dicho una vez, no tornaría atrás de ninguna manera.

Hasta el viernes, si Dios quiere. La veremos ya paseando por los claustros.

Adiós, amigos.

domingo, 22 de noviembre de 2009

TERESA, GOLPEADA EN EL CORAZÓN CON PALABRAS DIVINAS


TERESA, GOLPEADA EN EL CORAZÓN CON PALABRAS DIVINAS
Como vimos el viernes pasado, la joven Doña Teresa de Ahumada, en otoño de 1532 tuvo que abandonar su internado en Santa María de Gracia, por enferma, y regresar a la casa paterna.
¿Qué tipo de enfermedad era la suya?

Tenía con sus diecisiete años el llamado “mal del corazón”, o mal de amores. Lo dejó escrito en el Libro de su Vida con toda claridad : “Aunque fueron pocos los días que estuve ( en el internado), con la fuerza que hacían en mi corazón las palabras de Dios…,no acababa mi voluntad a determinarse a aceptar el estado de vida en el que quiso Su Majestad servirse de mí, que, sin quererlo yo, me forzó a que me hiciese fuerza”.

La fuerza que hacían en su corazón las palabras de Dios era irresistible. Teresa iba y venía de acá para allá, tratando de acallar esas palabras, de sustituirlas por otras. Todo inútil.

Probó a cambiar de ambiente, saliendo de Ávila. Su padre, que también lo estaba deseando, le propuso llevarla a la sierra, a casa de su hermana María, que había sido para Teresa como una segunda madre. Hizo el viaje por Martiherrero, la Venta del Hambre, ermita de Rihondo, Chamartín, Cillán y Muñico. Era éste un camino de desolación. Los montes pelados del Carrero, los canchales de la Maja, las tierras arcillosas e improductivas, los castros destruidos, las necrópolis abandonadas, fueron golpeando la sensibilidad de aquella joven ilusionada por la vida. De la naturaleza escuchó en aquella memorable jornada una sola palabra: nada, todo es nada.
Al atardecer, llegó a casa de su tío Don Pedro, viudo, que residía en la aldea de Hortigosa. Aunque su intención era dormir aquella noche y seguir al día siguiente para Castellanos, a instancias de su tío se quedó algunos días con él, por darle gusto ¡Estaba tan sólo en aquellas soledades!

La casa lucía el blasón de los Águila sobre el portón. Era espaciosa y agradable. Don Pedro tomada el sol por la tarde en la galería que comunicaba con las salas de arriba. La galería estaba apoyada sobre columnas de piedra. La puesta del sol desde allí era deslumbrante. Al caer de la tarde, Don Pedro sacaba un libro del arca, llamaba a su sobrina y, sentados ambos en la galería le hacía leer en alto.

Cuando el sol se escondía por el horizonte, cerraba el libro.
-Sí, tio. “Todo es nada. Ahora entiendo mejor la verdad de cuando niña: de que no era nada, y la vanidad del mundo y cómo acaba en breve”.
En Hortigosa revivió la fuerza original de aquellas palabras interiores que venían golpeando su corazón con fuerza, a las que ella se resistía. “Hacíame que le leyese…” Un libro que a ella no le apetecía.

Había empezado a tomar la medicina del libro. Siguió el viaje hasta Castellanos de la Cañada, un paraje verde y frondoso. Allí otros aires amorosos, y otro libro le dio la vida. ¿Allí terminó de curarse del “mal del corazón”?

Lo veremos el miércoles próximo, si Dios quiere. Adiós, amigos.

jueves, 19 de noviembre de 2009

A TERESA, UN LIBRO LE DIÓ LA VIDA

A TERESA, UN LIBRO LE DIO LA VIDA

Dejamos ayer a la joven Teresa, enferma por la necesidad de tener que tomar una decisión, que no ve clara. Tiene que escoger un estado de vida, o casada o monja.

Entró en el internado de Nuestra Señora de Gracia, llena de vitalidad. Y ahora sale por enfermedad. ¿A Don Alonso le salió al revés la jugada?

Cuando la sacó de las Agustinas, su hija Teresa llevaba dentro el gusanillo. Primero la cuidó en su casa , y, cuando le pareció bien, la plantó en otro escenario, a ver si los aires de la sierra y las conversaciones con la hermana casada lograban reponerla por completo. Vayamos por partes.

Primera parada, en casa de su tío viudo Don Pedro, en una casona con escudo de los Águila, del pueblecito de Ortigosa.

Días después, en la dehesa de Castellanos de la Cañada, con el matrimonio de la hermana casada con Don Martín de Guzman y Barrientos, agricultor y ganadero. ¿ El sol matinal o las heladas del anochecer borrarían de su mente el sonsonete de monja o casada?

Pues nó. El estribillo la asalta constantemente. Aunque ha cambiado de escenario, la trama continúa. En aquel silencio le retumban las palabras de cuando niña, “para siempre, siempre, siempre”. Y las del Evangelio “ muchos son los llamados y pocos los escogidos”. Y las de la monja Briceño , de que Dios premia a los que lo dejan todo por El.

Revive las primeras experiencia de su niñez:” Vine a ir entendiendo la verdad de cuando niña”
- de que no era todo nada
- y la vanidad del mundo
- y cómo acaba en breve
- y a temer, si me hubiera muerto, cómo hubiera ido al infierno.
- y, si me metiera monja, tener que afrontar los sacrificios, trabajos y privaciones, que ese estado de vida lleva consigo. Un verdadero purgatorio.

Y en aquella soledad de Castellanos, reaccionó optando por pasar el purgatorio en vida, porque así llegaría antes al cielo, meta por la que suspiraba desde niña. Al fin, un premio eterno.

No fueron las conversaciones con su tío Don Pedro, ni con su hermana María ni con su cuñado Guzmán, ni el sol, ni los aires, ni el rumor de las ramas de encina, ni el amplio horizonte de la moraña lo que le devolvieron la paz interior y la salud corporal. Fue un libro.

“Dióme la vida haber quedado ya amiga de buenos libros. Leía en las Epístolas de San Jerónimo, que me animaban de suerte que me determiné a decirlo a mi padre, que casi era como a tomar el hábito”.

¿Qué fue lo que leyó en ese libro?

Las “Cartas” se San Jerónimo se dividían en siete libros, cada uno en torno a un estado de vida cristiana. Se encontró con este párrafo en el Libro 1º: “Trata del hombre exterior (que es el cuerpo) y del interior (que es el alma) por mostrar claramente cómo el interior es el verdadero y del que debemos curar. Enséñanos también en qué consiste la vida de estos dos hombres…”. Luego siguió leyendo los Libros 2º y 3º. La lectura influyó decisivamente en su opción por un estado de vida, que sería “el estado contemplativo” o el “estado virginal”.

San Jerónimo, siendo muy mozo y viviendo en soledad, antes de ser obispo, se persuade “ que deje la casa, parientes, amigos y riquezas y se retraiga a la vida eremítica, donde, como buen caballero, puede ejercitarse en el servicio de Dios”…”Si vieres (queriendo salir a la batalla) que se pone delante padre, madre, hijos, nietos, con ruegos, lágrimas, y suspiros, por cima de todos (has de ) volar al pendón de la cruz, donde tu gran capitán te espera: y ten por cierto que no hay en el mundo cosa de tanta piedad como esta crueldad”.

En estos textos se ha visto retratada la joven Doña Teresa. Más aún, la lectura reposada de unas páginas que la reenvían al interior de si misma, le dan la vida. En las “Cartas” de San Jerónimo ha encontrado la medicina que necesitaba.

Volveremos el lunes, sin Dios quiere. Feliz Fiesta de Cristo Rey.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

TERESA, EMBELESADA AL OIR HABLAR DE DIOS




A Doña Teresa de Ahumana, mientras estuvo en el internado de Santa María de Gracia, las conversaciones con una monja Agustina ,llamada Doña María de Briceño, la embelesan. Queda como trastornada “de oírla cuán bien hablaba de Dios”. Intima con ella, y se hacen confidencias mutuas.

“Comenzome a contar cómo ella había venido a ser monja, por solo leer lo que dice el Evangelio:^ muchos son los llamados y pocos los elegidos^. Decíame el premio que daba el Señor a los que lo dejan todo por El”.

Y Teresa empieza a preguntarse si vale la pena verse entre los elegidos por Dios y qué premio podría corresponder a los que lo dejan todo por El. Lo suyo siempre es buscar y conseguir un premio. Cuando, siendo niña, se fugó de casa con su hermano Rodrigo, lo que buscaban era el premio que Dios da a los que mueren mártires de la fe.

Año y medio se pasó ahondando en el sentodo de la vida religiosa que hacían aquellas mujeres. Pero su estilo de vida no la convencía, porque tenían algunas rarezas que no iban con su sensibilidad: “Me parecían extremos demasiados”.

Admite que estuvo dudando entre ser monja, como aquellas sus cuidadoras, o contraer matrimonio como había soñado antes de entrar en la casa de las Agustinas. Durante año y medio fue sopesando ventajas e inconvenientes. Tan en serio se tomó el asunto, que le iba en ello la vida. Jadea estremecida, de tanto darlo vueltas. Algo le pide el corazón, que no alcanza a entender. Rezaba a Dios para que le diese luz, y pudiera acertar en su decisión. Está cansada de todo. Se le han quitado hasta las ganas de comer. Desfallece.

Se reprime ante su amiga Briceño, que la acosa para atraerla a la Orden de San Agustín. Vive en una tensión permanente, que termina con su salud. Tener que decidir, le cuesta una enfermedad.

Su padre vuelve a por ella. La envuelve en su capa , la aprieta entre sus brazos, y la saca del internado. Y la lleva a dónde le dé el aire y el sol de la sierra. Y a donde vuelva a vivir la verdad de cuando niña, cuando se sentaba en las andas de su madre. En ningún sitio mejor que en casa de su hermana, la casada, y en su dehesa de Castellanos, en plena naturaleza.

Hasta el viernes, si Dios quiere. Con un saludo de vuestro Capellán

lunes, 16 de noviembre de 2009

TERESA, ENEMIGUÍSIMA DE SER MONJA


¿Fue en el internado de Santa María de Gracia, donde le vinieron a Doña Teresa de Ahumada las ganas de meterse monja. Todo lo contrario. Lo dice expresamente:

"Yo estaba entonces ya enemiguísima de ser monja”.

Sin embargo, se sentía muy a gusto en el internado: “Holgábame de ver tan buenas monjas, que lo eran mucho las de aquella casa, y de gran honestidad y religión y recatamiento”.
“Aun con todo esto no me dejaba el demonio de tentar, y buscar los de fuera cómo me desasosegar con recaudos. Como no había lugar, presto se acabó, y comenzó mi alma a tornarse a acostumbrar en el bien de mi primera edad y vi la gran merced que hace Dios a quien pone en compañía de buenos”.

En el internado de Santa María de Gracia experimenta una evolución personal. Pasa del desasosiego inicial que experimenta al verse encerrada entre cuatro paredes y tener que tratar con monjas, en vez del trato con sus hermanos, chicas de la casa y primos.

Se vuelve reflexiva. También entre monjas y compañeras del alumnado se siente querida. Descubre que tiene el atractivo de que todos la miren bien, en cualquier sitio que vaya. Percibe enseguida que aquellas mujeres, que cuidan de ella, eran buenas personas, monjas “de gran honestidad, religión y recatamiento”.

Pero los primos siguen al acecho desde la muralla, que tiene enfrente. La envían papelitos, que ella guarda en secreto. Estas cuitas le duran poco tiempo. Las cuidadoras se dan cuenta y cortan la trama.

“Como no había lugar, presto se acabó, y comenzó mi alma a tornarse a acostumbrar en el bien de mi primera edad. Paréceme andaba Su Majestad mirando y remirando por dónde me podía tornar a sí”.

No va a ser fácil que rompa por completo con la calle. Entra en juego un contrincante que la va a perseguir toda la vida, el demonio. Ve que el demonio la tienta a pensar que no sería procedente romper con los amigos de la pandilla. ni cortar “el trato con quien, por vía de casamiento, me parecía podía acabar bien”.

Y apela al consejo de sus confesores para demostrarse a sí misma que esa manera de proceder no podía ir en contra de la voluntad de Dios.
Yalgo muy de atrás le aflora a la conciencia. Algún psicólogo nos remitiría al subconsciente para tratar de interpretar esta frase : " Comenzó mi alma a tornarse a acostumbrarse en el bien de mi primera edad". Cuando en la infancia el niño aprende a hacer el bien, y goza con ser bueno, y se lo hacen ver con naturalidad, con la misma que corta una flor o juega a ser "monja", ahí queda como las raices de una planta, que no se ven, pero sin ellas ni verdea ni florece. En sus escritos veremos reiterarnos "la verdad de cuando niña".
Dejamos a la joven Teresa en la encrucijada. ¿Me caso o no me caso?

Hasta el miércoles, si Dios quiere. Que El nos bendiga.

viernes, 13 de noviembre de 2009

500 ANIVERSARIO BODA PADRES DE STA.TERESA



QUINIENTOS ANIVERSARIO DE LA BODA DE LOS PADRES DE SANTA TERESA




Entendemos que para LOS AMIGOS DEL BLOG y devotos de Santa Teresa , en el reino de las Españas, la Boda más sonada del siglo XVI no fue la del Emperador Carlos V ni la de su hijo el rey Felipe II, sino la de dos humildes hidalgos , uno nacido en Toledo y la otra en Olmedo.


Don Alonso Sánchez de Cepeda había quedado viudo, en Avila, hacía dos años. Doña Beatriz de Ahumada era una jovencita, hija de Don Juan de Ahumada y Doña Teresa de las Cuevas, nacida en la villa amurallada de Olmedo. La niña tenía 14 años.

El padre de Doña Beatriz había fallecido prematuramente, dejando a la viuda con seis hijos. Dos de ellos, Sancho y Antonio, fueron a la guerra de Nápoles y lucharon a las órdenes del Gran Capital en el invierno de 1503. Otras dos hijas, Juana y María, también fallecieron muy jóvenes. La jovencita de Olmedo venía por Avila a consolarse con sus primas del linaje de los Tapia y del Peso. A la vez, pasaba por la aldea de Gotarrendura, a cinco leguas de la ciuad de Ávila, en la que su padre poseía frandes extensiones de terrero cultivable y ganados, y una casona de labranza. Era como su segunda residencia. Los del pueblo la llamaban y la siguen llamado "el palacio"de los de Ahumada.

En una de esas visitas a la ciudad amurallada se encontraron Don Alonso y Doña Beatriz. A pesar de llevarse quince años, se enamoraron e inmediatamente se casaron. Como sigue siendo costumbre aún hoy día, también entonces la boda se celebraba en la parroquia de la novia, aldea de Gotarrendura.

Pero nadie espere el retrato de esta boda en la pequeña ermita de Gotarrendura, porque entonces los matrimonios no se celebraban como los de ahora. Estamos a cuarenta años antes del concilio ecuménico de Trento que dispuso la forma actual, ante el párroco y dos testigos.

Por entonces, a principios del siglo XVI, había dos modalidades de contraer matrimonio los católicos, igualmente aprobadas por la iglesia. Unos se casaban privadamente,en casa de la novia, delante de los padres. Si eran los de la novia, la madre sentada pedía a los contrayentes arrodillarse delante de ella, y les cogía las manos de los dos entre las suyas propias, invocaba la protección de Dios, les pedía el consentimiento, y les daba su bendición. Otras veces se hacía lo mismo, pero con más solemnidad, delante de un sacerdote amigo, o un canónigo u obispo. Por eso los hitoriadores no aciertan con la fecha exacta de la boda de los padres de Santa Teresa, y, menos, con la ceremonia.
Nosotros nos vamos a fijar en la fecha del 14 de noviembre de 1509, mañana hace exactamente los quinientos años . Este fue el día en que se formalizó la carta de arras.Don Alonso regaló a su prometida joyas en oro y vestidos de seda, y entregó a su esposa "por honra de su virginidad e acrecentamiento de su dote, mil florines de oro bueno e de justo peso e valor de la ley y cuño de Aragón". Y doña Beatriz aportaba 600.000 maravedís en tierras y ganados, correspondientes a sus propiedades en Gotarrendura.
En esta aldea se casaron. Uno de sus criados, mozo de 16 años, había ido a Olmedo para traer a la novia y a su madre en un carro con toldo. En la casona propia de los Ahumada se cebró la ceremonia y el convite. Los testigos recuerdan que Doña Beatriz "iba muy ricamente vestida en seda y oro". Entre los invitados estaba el canónigo Pajares. De segundo plato comieron gallos y gallinas de corral. También el vino era de cosecha propia.

Pues desde este Bloc les enviamos muchas felicidades a la pareja. Nada más y nada menos, que a los padres de Santa Teresa de Jesús, en el quinientos aniversario de su Boda.
Mañana, si Dios quiere, iré a Gotarrendura, donde aún se conserva el llamado "palomar",con sus nidales auténticos, en los que, con sus manos, cogía Teresa, la hija de Don Alonso, los pichones. Allí los sorprendía acurrucados. Sea por la pequeñez e intimidad de aquel cobertizo de adobes y teja vana, 0 por lo acogedor de las diminutas y acogedoras concavidades, que alberga, lo llamativo es que la futura Fundadora de conventos carmelitanos, los designó pura y llanamente "mis palomarcicos".
¿Cómo iba a pensar aquella niña, con los pichones en la mano, que terminaría ella misma haciendo diecisiete "palomarcitos", y que sus palomas blancas y angelicales la llamarían, luego, nuestra santa Madre Fundadora ? Pues en Gotarrendura encontró el símbolo, y lo convirtió en realidad de verdad.

TERESA, ENEMIGUÍSIMA DE SER MONJA

¿Fue en el internado de Santa María de Gracia, donde le vinieron a Doña Teresa de Ahumada las ganas de meterse monja. Todo lo contrario. Lo dice expresamente:

“Yo estaba entonces ya enemiguísima de ser monja”.

Sin embargo, se sentía muy a gusto en el internado: “Holgábame de ver tan buenas monjas, que lo eran mucho las de aquella casa, y de gran honestidad y religión y recatamiento”. “Aun con todo esto, no me dejaba el demonio de tentar, y buscar los de fuera cómo me desasosegar con recaudos. Como no había lugar, presto se acabó, y comenzó mi alma a tornarse a acostumbrar en el bien de mi primera edad y vi la gran merced que hace Dios a quien pone en compañía de buenos”.

En el internado de las Agustinas experimenta una evolución personal. Pasa del desasosiego inicial que padece al verse encerrada entre cuatro paredes y tener que tratar con monjas, en vez del trato con sus hermanos, chicas de la casa y primos, a tener un poco de paz.

Se vuelve reflexiva. También entre monjas y compañeras del alumnado se siente querida. Descubre que tiene el atractivo de que todos la miren bien, en cualquier sitio que vaya. Percibe enseguida que aquellas mujeres, que cuidan de ella, eran buenas personas, monjas “de gran honestidad, religión y recatamiento”.

Pero los primos siguen al acecho desde la muralla, que tiene enfrente. La envían papelitos, que ella guarda en secreto. Estas cuitas le van a durar poco tiempo. Las cuidadoras se dan cuenta y cortan la trama.

“Como no había lugar, presto se acabó, y comenzó mi alma a tornarse a acostumbrar en el bien de mi primera edad. Paréceme andaba Su Majestad mirando y remirando por dónde me podía tornar a sí”.

No va a ser fácil que rompa por completo con la calle. Entra en juego un contrincante que la va a perseguir toda la vida, el demonio. Ve que el demonio la tienta a pensar que no sería procedente romper con los amigos de la pandilla, cortar “el trato con quien, por vía de casamiento, me parecía podía acabar bien”.

Y apela al consejo de sus confesores para demostrarse a sí misma que esa manera de proceder no podía ir en contra de la voluntad de Dios.

Pero advierte, sobre todo, que el Dios invisible la mira y remira, y no puede sustraerse a esa mirada penetrante. Experimenta que Dios la mira y es mirado por ella. Discurre un fluido amoroso, inexplicable, que la hace "tornar a Si". Vuelta a Dios, descubre asombrada unos ojos diferentes de los del primo aquel. Algo le está pasando a la "enemiguísima de ser monja".

Dejamos a la joven Teresa en silencio. ¿Podrá olvidar esa mirada oculta en su interior?

Adiós, hasta la semana próxima. Que Dios nos bendiga. Vuestro Capellán.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

TERESA, EN LA ENCRUCIJADA


Ayer aprendimos el por qué y para qué Don Alonso llevó a su hija Doña Teresa al convento de Agustinas, a donde algunas familias llevaban a las niñas para que las educasen. Y nos preguntábamos si , como ocurría en algunos casos, Don Alonso metió a su hija en un internamiento, para librarla de los peligros en que la veía envuelta entre primos y chachas del servicio casero. Sigamos escuchando a nuestra protagonista:

“¡Oh Dios mío! ¡Qué daño hace en el mundo tener esto en poco y pensar que ha de haber cosa secreta que sea contra Vos! Tengo por cierto que se excusarían grandes males si entendiésemos que no está el negocio en guardarnos de los hombres, sino en no nos guardar de descontentaros a Vos”.

Cuando descubrimos que Teresa está convencida de que su padre la castiga, internándola en el convento de Santa María de Gracia, nos sale con una oración :¡Oh Dios mío que a mí me preocupe más lo que va a pensar la gente de mí, que el descontentaros a Vos!

Efectivamente, sigue preocupada de que llegue a saberse la verdadera causa de su internamiento, porque podía perder la fama de niña buena y obediente, en vez de pensar que hacía cosas que podían desagradar a Dios. En efecto, cuando ya se ve dentro del internado, en la primera semana no le duele el estar allí encerrada, sino la sospecha de que la tengan por “castigada”,como ella lo reconoce expresamente:

“Los primeros ocho días sentí mucho, y más la sospecha que tuve (de que ) se había entendido la vanidad mía, que no de estar allí”.

Pero volvió sobre sus pasos, recobró la serenidad y se dijo: ¿Por qué voy a seguir con este desasosiego? ¡Soy tonta de remate! Nunca he perdido el temor de Dios, y cuando tenía intranquilidad de conciencia, buscaba un confesor rápidamente y me ponía en paz con Dios. Importa más tener a Dios contento que tratar de contentar a los hombres.

Y empezó a gozar de la compañía de las nuevas amigas, allí dentro, hasta sentirse “mucho más contenta que en casa de su padre”.

“Porque ya yo andaba cansada y no dejaba de tener gran temor de Dios cuando le ofendía, y procuraba confesarme con brevedad. Traía un desasosiego, que en ocho días y aun creo menos estaba muy más contenta que en casa de mi padre. Todas lo estaban conmigo, porque en esto me daba el Señor gracia, en dar contento adondequiera que estuviese, y así era muy querida”.

¿La convivencia con aquellas religiosas agustinas la indujeron a ser monja como ellas? Todo lo contrario. Lo veremos otro día.

lunes, 9 de noviembre de 2009

TERESA, EN BUENAS COMPAÑÍAS

Volvemos a la casa de los Cepeda. La jovenTeresa va a cambiar de las malas a las buenas compañías. En el espesor de la vida real, las circunstancias cambian. Y en esta casa, cambian para bien. Las buenas compañías la van a hacer reflexionar, en serio, en el futuro de su vida.

Antes de ingresar en el monasterio de la Encarnación, de la casa paterna pasó Teresa al convento de Agustinas. Tenía 16 años. el viernes pasado escuchamos su versión de los hechos. Acompañada de su padre, entró en el internado de Santa María de Gracia.Santa María de Gracia.

¿Por qué y para qué la internó su padre en las Agustinas?

Estamos en el año 1531. En la numerosa familia de los Cepeda, la hija mayor quiere independizarse. Doña María de Cepeda habla con Don Martín de Guzmán y Barrientos, y han decidido casarse. Los hermanos van a experimentar la ausencia de quien había sido para ellos como una segunda madre.

El padre Don Alonso sospecha que su hija Teresa pueda hacer lo mismo cualquier día. Tiene tan sólo 16 años. La ha visto tontear con los primos y escuchar las cuitas con la prima Doña Inés. Es su hija predilecta. Sabe que es capaz de todo.

Volvamos a leer a la protagonista, que, como acostumbra, se va a culpar de andar en vanidades, de llevar una vida ruin, por lo que,- según su parecer-, su padre decidió sacarla de esos peligros, y meterla en un internado de “doncellas de piso”, procurando que no se enterara nadie, para no verse deshonrada. Así lo cuenta ella:

“Porque no me parece había tres meses que andaba en estas vanidades, cuando me llevaron a un monasterio que había en este lugar , adonde se criaban personas semejantes, aunque no tan ruines en costumbres como yo; y esto con tan gran disimulación, que sola yo y algún deudo lo supo; porque aguardaron a coyuntura que no pareciese novedad: porque, haberse mi hermana casado y quedar sola sin madre, no era bien”.

Ha respondido a nuestras preguntas: según ella, su padre la ha internado porque la veía en peligro, y para que la “criaran”, es decir, para que la educaran convenientemente. Ante los conocidos, el padre alegó que la había confiado a las monjas agustinas, porque le vendría bien superar el riesgo de verse sustituyendo a la hija mayor que acababa de casarse .

Seguiremos mañana, si Dios quiere.

viernes, 6 de noviembre de 2009

TERESA, INTERNA EN SANTA MARIA DE GRACIA


Escuchemos a nuestra protagonista, contarnos lo que decidió su padre Don Alonso, cuando ella tenía dieciseis años:
"Me parece que había tres meses que andaba en estas vanidades, cuando me llevaron a un monasterio que había en este lugar, a donde se criaban personas semejantes, aunque no tan ruines en costumbres como yo; y esto con tan gran disimulación, que sola yo y algún deudo lo supo; porque aguardaron a coyuntura que no pareciese novedad; porque haberse mi hermana casado, y quedar sola sin madre, no era bien" .

jueves, 5 de noviembre de 2009

DESCRIPCIÓN DE CÓMO ERA TERESA

Características físicas de Santa Teresa de Ávila

Su confesor,
Francisco de Ribera, trazó así el retrato de Teresa:

"Era de muy buena estatura, y en su mocedad hermosa, y aun después de vieja parecía harto bien: el cuerpo abultado y muy blanco, el rostro redondo y lleno, de buen tamaño y proporción; la tez color blanca y encarnada, y cuando estaba en oración se le encendía y se ponía hermosísima, todo él limpio y apacible; el cabello, negro y crespo, y frente ancha, igual y hermosa; las cejas de un color rubio que tiraba algo a negro, grandes y algo gruesas, no muy en arco, sino algo llanas; los ojos negros y redondos y un poco carnosos; no grandes, pero muy bien puestos, vivos y graciosos, que en riéndose se reían todos y mostraban alegría, y por otra parte muy graves, cuando ella quería mostrar en el rostro gravedad; la nariz pequeña y no muy levantada de en medio, tenía la punta redonda y un poco inclinada para abajo; las ventanas de ella arqueadas y pequeñas; la boca ni grande ni pequeña; el labio de arriba delgado y derecho; y el de abajo grueso y un poco caído, de muy buena gracia y color; los dientes muy buenos; la barba bien hecha; las orejas ni chicas ni grandes; la garganta ancha y no alta, sino antes metida un poco; las manos pequeñas y muy lindas".

"En la cara tenía tres lunares pequeños al lado izquierdo, que le daban mucha gracia, uno más abajo de la mitad de la nariz, otro entre la nariz y la boca, y el tercero debajo de la boca. Toda junta parecía muy bien y de muy buen aire en el andar, y era tan amable y apacible, que a todas las personas que la miraban comúnmente aplacía mucho
".

martes, 3 de noviembre de 2009

TOMA DE HÁBITO DE TERESA DE AHUMADA

Hoy ,3 de noviembre, celebramos en el Monasterio de la Encarnación la Toma de Hábito de Santa Teresa. Tal día como hoy, 3 de noviembre del año de 1536, Doña Teresa de Ahumada, la hija de Don Alonso de Cepeda, vistió el blanco hábito de carmelita y el velo de novicia. Justamente al año y un día de haber ingresado.

No fue un cumplido lo que hizo aquel día. Fue mucho más. Fue como una revelación de Dios: “ En tomando el hábito, luego me dio el Señor a entender cómo favorece a los que se hacen fuerza para servirle”. Descubrió que hacerse fuerza para servir al Señor, no era un esfuerzo inútil. Dios lo recompensa con favores inefables. Esa fue una experiencia de vida, que terminó aflorando a cada paso:¡Hacerse fuerza!

Tenían que pasar muchos años hasta que pudo demostrarse que aquella novicia tenía
suficiente fuerza para crear, desde su celda de la Encarnación de Ávila, un gran imperio de monjas descalzas, capitaneadas por ella.

Tal día como hoy, la priora puso un velo blanco sobre la cabeza de Doña Teresa de Ahumada. A través del transparente velo de novicia va a ir descubriendo el nuevo mundo monacal……

Nuestra novicia no salía de su asombro al ver pasar a su lado largas filas de monjas, dándole sus respetos y ofreciéndosele su compañía. Monjas vestidas de largas capas, sonrientes y encantadoras. Todo le resultaba novedoso, diferente. Su vida había cambiado por completo.
“Es verdad que andaba algunas veces barriendo en horas que yo solía ocupar en mi regalo y gala, y acordándoseme que estaba libre de aquello, me daba un nuevo gozo, que yo me espantaba y no podía entender por dónde venía”.

Enseguida empezó a sentir el gozo íntimo de tratar con Dios en la oración y haciendo penitencia. Sus conversaciones con la Maestra de Novicias, la meditación de la palabra de Dios y el canto coral la llenaban la mayor parte de las horas del día.

Cuando se asomó por primera vez al coro alto, y conoció a nuestra Señora de la Clemencia, quedó prendida de su belleza y amor maternal.

Todo tenía que mirarlo a través del velo blanco que cubría su rostro. Todo y a todos: monjas, parientes, amigas. Los atardeceres, las auroras, el ritmo de las horas, el trabajo. Cubierta bajo el velo, el corazón la decía que sus ojos estaban velados, para que pudiera mirar mejor hacia dentro de sí misma; que el velo significaba el compromiso de querer ver el rostro de Dios, que también le estaba oculto por el velo de la fe.

Cuando se acuerda de aquel día en que tomó el hábito, le entra una fuerza, “que no hay cosa que delante se me pusiese, por grave que fuese, que dudase de acometerla”. Tenemos que preguntarnos que clase de pasión se despertó en nuestra novicia ese día, que no pudo satisfacerla más que dándose por completo al soberano Señor del cielo y de la tierra, de quien se enamoró por completo ese mismo día. ¿Qué había visto Dios en ella? ¿Qué había visto ella en Dios?
Cuando se apagó la voz y en ruido de la fiesta del hábito, se miró al espejo y se vió, por primera vez, tocada con su velo blanco. Se encontró magnífica. Ya , en la oscuridad, la novicia pensó que había hecho una inmensa locura. Sin esperarlo, se vió sola, sin sentir el calor ni el frío de la calle, ni la caricia de su padre y hermanos , al echarse en la cama.

Pero, al fin, se sintió hondamente feliz. ¡A la hora, me dio un tan gran contento de tener aquel estado, que nunca jamás me faltó!

Esta tarde a las seis, las monjas traerán al coro, en andas, una imagen de la santa novicia. Hay procesión, Misa y plática .También padrino y madrina de la ceremonia. Todo como si volviera a entrar la joven Teresa , en persona. Estais invitados al acto.

lunes, 2 de noviembre de 2009

TERESA DE AHUMADA SE METE MONJA


El dos de noviembre de 1535, la joven Teresa de Ahumada, mientras amanecía en Ávila, sin hacer ruido y, a oscuras, para que nadie la viese, salió de su casa, en compañía de su hermano Juan, camino del Monasterio de la Encarnación. Llamó al portón grande del convento, y entró. Venía a ser monja. La escuchamos a ella:

“En estos días, que andaba con estas determinaciones, había persuadido a un hermano mío a que se metiese fraile, diciéndole la vanidad del mundo. Y concertamos entrambos de irnos un día muy de mañana al monasterio adonde estaba aquella mi amiga, que era al que yo tenía mucha afición, puesto que ya en esta postrera determinación ya yo estaba de suerte, que a cualquiera que pensara servir más a Dios o mi padre quisiera, fuera; que más miraba ya el remedio de mi alma, que del descanso ningún caso hacía de él”.

“Acuérdaseme, a todo mi parecer y con verdad, que cuando salí de casa de mi padre no creo será más el sentimiento cuando me muera . Porque me parece cada hueso se me apartaba por sí, que, como no había amor de Dios que quitase el amor del padre y parientes, era todo haciéndome una fuerza tan grande que, si el Señor no me ayudara, no bastaran mis consideraciones para ir adelante. Aquí me dio ánimo contra mí, de manera que lo puse por obra”.

Para compartir la responsabilidad y el miedo, convenció a uno de sus hermanos a que la acompañase.

-Hermano, nuestro señor padre sabe que quiero ser monja. Tengo concertada la admisión en el Monasterio de Nuestra Señora de la Encarnación,a donde está aquella mi amiga,a la que tengo mucha afición. Pero nuestro padre nos quiere tanto, que en ninguna manera puedo acabar con él que me deje entrar mientras viva. Yo temo que, por mi flaqueza, pueda un día volverme atrás. Por eso lo voy a hacer inmediatamente. Las monjas están dispuestas a abrirme las puertas mañana mismo.

Y aquella tarde, tarde de Todos los Santos, planearon juntos –su hermano y ella- otra fuga de casa, para el día siguiente, día de Ánimas. La más dolorosa y definitiva fuga.

Haciéndose una fuerza incontenible, como si cada hueso se le apartara de sí, salió de casa muy de mañana, subio por la calle de Las Tres tazas, salió de las murallas por la puerta del Carmen, atravesó el barrio de Ajates, y llamó a la puerta del convento.

Tenía veinte años. Era el 2 de noviembre de 1535. Dia de los difuntos. Una fecha escogida a propósito, como si el pensamiento de la muerte le hubiese dado el último empujón, como si buscase el premio de la muerte. La primera fuga fue para ir a tierra de moros, también la hizo buscando la muerte del martirio, para ganarse el cielo. La motivación de la radicalidad de la muerte la llevó también este dia al convento, como llevó al Duque de Gandía a otro cambio de vida semejante al de Teresa.

Nunca se arrepintió de haberse metido monja. A los ventiocho años de llevar el hábito, escribió : "Yo nunca supe qué era descontento de ser monja, ni un momento en ventiocho años, y más que ha que lo soy".

Al salir el sol, aquel dos de noviembre, Teresa estaba ya dentro de otra ciudad, también cercada de un alto muro circular. Entre amigas de siempre, las señoras de la casa de los Águila, de los Bracamonte, de los Dávila , de los Suárez. En la ciudad de las Carmelitas. Frente por frente a la ciudad de los caballeros.

Encontró aquí su casa ideal. Su casa grande y deleitosa, como ella la llamaba.


Mañana, día tres, celebraremos otro aniversario. Hasta mañana, si Dios quiere.

domingo, 1 de noviembre de 2009

EL PAPA HONRÓ A SANTA TERESA EN AVILA


El primer Papa que vino a España , a lo largo de los dos mil años de historia de la Iglesia, fue Juan Pablo II. Y lo hizo atraído por Santa Teresa de Ávila. Se realizó esta visita oficial en el marco del cuarto Centenario de la muerte de Santa Teresa. Vino exactamente a Ávila, tal día como hoy, el uno de noviembre de 1982, hacia las ocho de la mañana.

Aquello fue el acontecimiento más grandioso de cuantos han ocurrido hasta el momento en nuestra ciudad. Quedó escrito para la historia, en letras de oro.Aquí se celebró la primera Misa de un Papa en España. En la Misa concelebraron todos los Obispos y unos quinientos sacerdotes de Castilla y León, aparte de los Cardenales y otros Monseñores que venían en el séquito papal.

Mientras escribo esta página, me parece estar viendo a esta misma hora, de las diez, el altar que se instaló en las proximidades de la Puerta del Carmen, sobre una enorme plataforma construida al efecto. La muralla sirvió de fondo, como si fuera un retablo. Aquella mañana lucía un cielo azul limpísimo. Las torres de las ermitas de San Martín, Santa María de la Cabeza y de la Encarnación, al fondo. Y más allá, la parda lejanía de las encinas, el paisaje otoñal. El recinto, ocupado por este templo al aire libre, tenía una superficie de doscientos mil metros cuadrados. En la instalación de la megafonía se emplearon unos diez kilómetros de cables.Desde la improvisada sala de prensa, los corresponsales de medios de comunicación de todo el mundo retransmitieron el oficio religioso a través de más cien lineas telefónicas.

Vinieron esa mañana a la ciudad, donde nació Santa Teresa, un millón de feligreses. Entre los asistentes a la ceremonia, ocuparon lugares de honor los Reyes con sus hijos. Las infantas y el príncipe eran entonces unos niños. Vino el gobierno de la nación en pleno, y las más altas jerarquías militares y judiciales. Sobre la muralla ondeaban cientos de banderas y colgaduras. La catedral aportó los mejores ornamentos y objetos para el culto, verdaderas obras de arte .

Destacaban en el recinto, a ambos lados del altar, las imágenes de Santa Teresa y de la Virgen de la Caridad sobre sus respectivas carrozas de plata.Todo para conmemorar la santidad de una mujer abulense, llamada Teresa de Jesús, que había fallecido hacía cuatrocientos años .De no haber existido esta santa, a Avila no habría venido el Papa ni nadie aquel uno de noviembre.

El Papa Juan Pablo II declaró públicamente que sus dos maestros espirituales, a los que debía su específica formación para la vida de fe y de oración, eran San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús. Siendo joven estudiante, descubrió sus obras de la mano de un seglar de su pueblo natal y de los Carmelitas.¡Cómo las asimiló este hombre de fe profundísima ! En la homilía, el Papa hizo los mejores elogios sobre la vida y la obra de nuestra Doctora Mística.En sus posteriores encíclicas y discursos la ha venido citando con frecuencia.

Avila, desde entonces, debe a Juan Pablo II, por lo menos, el haber aparecido gratuitamente en millones de pantallas de televisión y en las primeras páginas de periódicos y revistas de todo el mundo. Nadie ni nada ha publicitado tanto esta ciudad y a Santa Teresa de Ávila como aquella memorable visita del Papa.

Pues esto es algo que le ha ocurrido a la titular de nuestro BLOG, tal día como hoy. Mañana la oiremos contarnos cómo empezó todo.

Adios, amigos, hasta mañana, aniversario de la entrada de Doña Teresa de Ahumada en el convento de carmelitas.